martes, 16 de agosto de 2016
Mt 20, 1-16 La salvación no es un cheque
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado El les dijo: Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno El replicó a uno de ellos Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
La parábola de los trabajadores de la viña es llamada también parábola de los trabajadores de la última hora o del patrón generoso. Cuenta la historia de un propietario que contrató algunos trabajadores por la mañana, otros a mediodía, y otros a última hora de la tarde. Al final del día, el propietario pagó el mismo salario a todos, sin tener en cuenta las horas que cada uno había trabajado. El propietario afirma que tiene derecho a hacer esto porque ninguno de los trabajadores perdió nada de lo que se les había prometido, y tiene derecho a ser generoso, incluso si esto crea una sensación de injusticia.
El contexto de esta parábola es importante. Jesús cuenta esta historia a sus discípulos justo después de decirles que, puesto que lo han dejado todo, recibirán cien veces más, y los últimos serán los primeros. La misma frase se usa de nuevo al final de la parábola del propietario generoso. Por tanto, parece que se cuenta la historia a los discípulos para mantenerlos en la humildad, y no sentirse más importantes que otros seguidores que llegaron a Jesús más tarde.
Lo que sigue a esta historia, dicho por Jesús en su último viaje a Jerusalén, es igualmente importante. Después de contar la parábola, Jesús dice abiertamente que se dirige a Jerusalén para entregar su vida, que será juzgado por los fariseos y saduceos y que después será crucificado.
Parece que, en un sentido más general, la parábola está dirigida a los fariseos y en realidad a todos los judíos, “pueblo elegido” de Dios. Por medio de la parábola, Jesús les está enseñando a abrir sus corazones a los gentiles que van a ser generosamente bendecidos con la gracia de Dios.
La perspectiva del último viaje de Jesús también muestra el principal motivo de la parábola de los trabajadores de la última hora: “ha llegado el momento, la salvación está cerca”, dice Jesús a toda la gente, y es su salvación la que está en juego. Uno no puede salvarse un poco menos o un poco más que cualquier otro.
La salvación es de una vez y para todos y no puede compararse con un cheque al portador que depende de cuánto o cuán duro haya sido tu trabajo.La parábola de los trabajadores de la viña es llamada también parábola de los trabajadores de la última hora o del patrón generoso. Cuenta la historia de un propietario que contrató algunos trabajadores por la mañana, otros a mediodía, y otros a última hora de la tarde. Al final del día, el propietario pagó el mismo salario a todos, sin tener en cuenta las horas que cada uno había trabajado. El propietario afirma que tiene derecho a hacer esto porque ninguno de los trabajadores perdió nada de lo que se les había prometido, y tiene derecho a ser generoso, incluso si esto crea una sensación de injusticia.
El contexto de esta parábola es importante. Jesús cuenta esta historia a sus discípulos justo después de decirles que, puesto que lo han dejado todo, recibirán cien veces más, y los últimos serán los primeros. La misma frase se usa de nuevo al final de la parábola del propietario generoso. Por tanto, parece que se cuenta la historia a los discípulos para mantenerlos en la humildad, y no sentirse más importantes que otros seguidores que llegaron a Jesús más tarde.
Lo que sigue a esta historia, dicho por Jesús en su último viaje a Jerusalén, es igualmente importante. Después de contar la parábola, Jesús dice abiertamente que se dirige a Jerusalén para entregar su vida, que será juzgado por los fariseos y saduceos y que después será crucificado.
Parece que, en un sentido más general, la parábola está dirigida a los fariseos y en realidad a todos los judíos, “pueblo elegido” de Dios. Por medio de la parábola, Jesús les está enseñando a abrir sus corazones a los gentiles que van a ser generosamente bendecidos con la gracia de Dios.
La perspectiva del último viaje de Jesús también muestra el principal motivo de la parábola de los trabajadores de la última hora: “ha llegado el momento, la salvación está cerca”, dice Jesús a toda la gente, y es su salvación la que está en juego. Uno no puede salvarse un poco menos o un poco más que cualquier otro.
La salvación es de una vez y para todos y no puede compararse con un cheque al portador que depende de cuánto o cuán duro haya sido tu trabajo.
Los trabajadores de la viña de Dios a veces sienten que los recién llegados, por su sola presencia, cuestionan el sentido del trabajo duro para ser honestos todas sus vidas, para ir a la Iglesia todos los domingos o cumplir las obligaciones. Estas personas necesitan verdaderamente la misericordia de Dios y la salvación para descubrir la alegría de estar con el Señor.
Señor Dios, te damos gracias porque has extendido tu misericordia sobre todas las gentes, incluidos los que llegaron tarde. No nos permitas ser celosos de otras personas por la gracia que derramas en ellas, y ayúdanos a proclamar tu amor especialmente a aquellos que no son conscientes de tu generosidad. Te lo pedimos por Cristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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