domingo, 7 de agosto de 2016
Mateo 5, 13-19
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielo
“¡Vayan! De todas las naciones hagan discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. "
Señor Jesús, nos sentimos honrados de estar asociados al ministerio de proclamar tu Buena Nueva al mundo. Nosotros hemos comenzado y no cesamos de ejercer constantemente este ministerio que nos has confiado. Ayúdanos a ser fieles a su cumplimiento conforme a tu voluntad. Aumenta en nosotros el fervor y el amor de discípulos que no tienen otra preocupación que la de la evangelización. Renueva nuestras vidas en perfecta armonía con tu voluntad, a fin de que tu Palabra que proclamamos, y nuestras vidas, no sean dos sino una sola, dando testimonio de tu presencia en este mundo de hoy. Amén.
El Evangelio de hoy nos habla de la sal y de la luz. Los dos elementos son indispensables en la vida cotidiana. Sin embargo, en referencia al papel de la sal y de la luz, Jesús nos indica su significado espiritual. Esto significa que, como cristianos, se nos invita a cada uno a convertirnos en la luz que ilumina al mundo, en la sal que impregna la vida. Esta sal y esta luz no son otra cosa que las enseñanzas y el ejemplo de Jesucristo
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