Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Quien quiera ser mi discípulo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Pues quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por mí la encontrará. ¿Qué beneficio tendrá para alguno ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué cosa podría dar alguien en rescate de su alma? Pues el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho. En verdad, yo os digo, algunos que están aquí presentes no gustarán la muerte antes de que vean al Hijo del Hombre, cuando venga en su Reino”
Antes que nada, debemos considerar la fuerza de los verbos en el primer versículo: “Quien quiera… negarse… tomar… seguir…” Indican las importantes condiciones que Jesús da a los discípulos que quieran seguirlo. Si queremos seguirlo, la preparación que necesitamos es esa… renunciar a nosotros mismos y seguirlo. Nuestra renuncia debe ser material y espiritual, incluyendo por supuesto cosas malas y también cosas que podrían parecer muy buenas. Con frecuencia escuchamos decir a Jesús que, si alguien quiere seguirlo, debe abandonar a sus padres y hermanos (afecto), no llevar dos túnicas ni cayado, y vender las pertenencias (lo material). Además, los discípulos de Jesús deben practicar valores tales como honestidad, humildad, confianza, oración.
“Negarse, renunciar” en el idioma de Vietnam significa cortar cosas. En el evangelio de hoy, Jesús nos pide “renunciar a nosotros mismos”, o sea rechazar o cortar las limitaciones y debilidades que nos impidan alcanzar lo “eterno y perfecto”, o sea Dios. Esto se cumple cargando nuestra cruz.
Parecería en nuestra vida diaria que la mayoría de nosotros lo hemos hecho bien. Rechazamos “un hábito que no es muy bueno” para alcanzar un “hábito bueno”; esto es bueno y absolutamente posible. Ahora bien, ¿qué tal lo hacemos de la forma que Jesús esperaba de sus discípulos? No es suficiente sólo cambiar hábitos. Aquí lo importante es el por qué renunciamos o cambiamos algo. ¿Lo hacemos en el nombre de Jesucristo? Cuando renunciamos a aquello que nos impide dar testimonio de Cristo, entonces Dios nos da la gracia de llevarlo a cabo. Cambiar para asemejarnos más a Jesús; esto se cumple cuando se realiza “en el nombre de Jesús”.
El budismo y el taoísmo también invitan a las personas a abandonar su yo (ego) en orden a alcanzar la “sabiduría”, que nos es muy necesaria. Jesús nos llama a seguirlo, a abandonar nuestro ego por causa de su nombre. Pero no buscamos nuestra propia sabiduría, sino la de Jesús, y para descubrir esto ponemos confiadamente todo en las manos de Él.
A partir de ese momento muchos de discípulos dieron marcha atrás y ya no
lo seguían. Jesús les dijo entonces a los doce: “¿También ustedes
quieren dejarme?” Simón Pedro le respondió: “Maestro, ¿a quién iremos?
Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6,66-68)
Señor Jesús, el camino para abandonar las cosas malas e imperfectas a fin de alcanzar lo mejor y más perfecto, no es fácil de recorrer. Descubrimos que es difícil vencer nuestro ego. En este día, a través de tu Evangelio, nos pides que abandonemos muchas cosas, de forma que podamos convertirnos en discípulos tuyos. Debemos renunciar, y después abrazar un don más noble, que es tu vida misma. En esta travesía de convertirnos más plenamente en discípulos tuyos, ayúdanos a identificar el punto clave, que es renunciar a nuestro viejo yo para dejar más espacio para ti en nuestras vidas. Que nuestros corazones estén siempre abiertos para acogerte cada día de nuevo.
Señor Jesús, el camino para abandonar las cosas malas e imperfectas a fin de alcanzar lo mejor y más perfecto, no es fácil de recorrer. Descubrimos que es difícil vencer nuestro ego. En este día, a través de tu Evangelio, nos pides que abandonemos muchas cosas, de forma que podamos convertirnos en discípulos tuyos. Debemos renunciar, y después abrazar un don más noble, que es tu vida misma. En esta travesía de convertirnos más plenamente en discípulos tuyos, ayúdanos a identificar el punto clave, que es renunciar a nuestro viejo yo para dejar más espacio para ti en nuestras vidas. Que nuestros corazones estén siempre abiertos para acogerte cada día de nuevo.
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