viernes, 26 de agosto de 2016
1 Cor 1:17-25 ¿Puede hoy la cruz enseñarnos sabiduría?
“No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias, para no desvirtuar la cruz de Cristo. Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; más para los que se salvan - para nosotros - es fuerza de Dios. Porque dice la Escritura:
Destruiré la sabiduría de los sabios, e
inutilizaré la inteligencia de los inteligentes.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entonteció Dios la sabiduría del mundo? De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; más para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres”
San Pablo rara vez habla de la cruz, pero abre sus discusiones sobre la verdadera sabiduría con "el mensaje de la cruz." Es algo único en el Nuevo Testamento. En el mundo antiguo el uso de la crucifixión estaba bastante extendido. Por lo general se infligía a los rebeldes políticos y a las clases más bajas, en particular a los esclavos. Se consideraba una vergüenza tener a alguien de la propia familia crucificado, era una fuente de vergüenza. Pablo ha hecho de la cruz, es decir, de la muerte de Jesús en la cruz, el punto central de la naturaleza de la divina sabiduría. La sabiduría de la cruz divide a la humanidad en los "salvados" y los que "perecen".
Corinto era una importante ciudad portuaria debido a su ubicación entre los mares Egeo y Jónico. Su población era, según algunas estimaciones, cinco veces mayor que la de Atenas. Sus habitantes eran de todas partes del mundo antiguo, y trajeron con ellos todas las diversas religiones y filosofías. Había allí una importante comunidad judía, con una sinagoga establecida. La predicación de Pablo comenzó dentro de esta comunidad, pero rápidamente se extendería a los gentiles, incluidos esclavos de diversos orígenes. Un gran reto para Pablo era crear unidad en medio de una tal diversidad formada a imagen de Cristo.
El texto parece sugerir que está atacando el tipo de sabiduría enseñado en las escuelas de retórica, que era atractivo para los griegos de la época de Pablo (1:22). Podemos inferir que este tipo de sabiduría era una causa de división dentro de la comunidad de los cristianos de Corinto, ya que a lo largo de toda la carta se abordan los conflictos entre ellos. Podemos ver ejemplos de controversia en esta pequeña comunidad, donde algunos miembros "sabios" habían aceptado la inmoralidad sexual en la comunidad, y otros comportamientos que se oponían al mensaje que Pablo proclamó como la sabiduría de la cruz.
Por el contrario, Pablo predicaba un Cristo que, siendo Señor de todos, se despojó de sí mismo y asumió nuestra condición de pecado para salvar a todos. La postura pasiva que Jesús tomó durante su pasión es un enfrentamiento a un comportamiento racional. No se defendió. Su aceptación de la muerte en la cruz tuvo que ser un gran rompecabezas para los griegos educados, que se encontraban a gusto en la lógica racional; y un escándalo para los judíos que esperaban un Mesías que los liberase. Citando a Isaías 29:14, Pablo explica que Dios destruiría la sabiduría de este mundo.
Todas las personas tienen una historia de sufrimiento. La fuente, para algunos, es una enfermedad física o emocional, otros sufren de pobreza. Algún sufrimiento es parte de la historia humana que todos compartimos porque vivimos con las limitaciones del ser humano. Nadie completará todos sus proyectos, ni podrá llevar a cabo todos sus sueños y evitar inconvenientes en sus relaciones con los demás. Algunos conocerán el sufrimiento por la opresión y la codicia de los demás. El sufrimiento es un hecho de la vida humana. A lo largo de la historia humana los hombres han buscado el significado en un contexto de sufrimiento. Jesús es una parte integral de la historia de sufrimiento.
Su pasión, con la culminación en la cruz, es la máxima expresión de su solidaridad con la humanidad. La vida de Cristo se puede entender como un despliegue de la revelación del amor incondicional de Dios hacia todos. Un amor que es íntimo, en tanto en cuanto que se experimenta en el contexto de la cruz. La cruz nos dice que el amor de Dios está vacío de coerción y que Dios es vulnerable debido a esto. Tenemos la libertad de rechazar este amante increíble. Jesús en la cruz nos enseña que el amor de Dios es absolutamente no violento de frente a la traición cruel y la tortura. Él es misericordioso, y está más preocupado por compartir su reino con el ladrón que por buscar venganza contra sus discípulos que le abandonaron, los líderes religiosos que tienen celos de él y las multitudes que están dispuestas a unirse en la celebración violenta de la cruz. Comprender la sabiduría de la cruz es entender el sacrificio de sí mismo, incluso cuando ello signifique humillación. Esta no es la sabiduría del mundo.
Vivimos en un mundo que muy a menudo abraza la sabiduría de la venganza por errores reales o percibidos. Un mundo que busca soluciones rápidas a las complejas relaciones humanas. Con demasiada frecuencia los matrimonios terminan en divorcio como una manera fácil de evitar el tener que manejarse con el quebrantamiento de la vida familiar. El perdón, la compasión y la misericordia son descartadas como románticos y poco realistas. La cruz desafía a la historia del sufrimiento de cada persona con la pregunta: ¿será una fuente de amargura o de reconciliación? Esta fue una lección de sabiduría, dura para ser asimilada por los corintios, como lo es para nosotros hoy día
Señor Jesús, en tu sufrimiento y muerte nos has revelado el amor increíble de Dios por la humanidad. Que la experiencia de este amor nos ayude a dar sentido a nuestros sufrimientos personales y a los de nuestros prójimos. Ayúdanos a discernir tu sabiduría dentro de la gran diversidad de ideas que se nos presentan cada día. Danos tu coraje para tomar decisiones que aumenten tu gran amor en el mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
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