martes, 2 de agosto de 2016

Mt 15, 21-28






En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: "Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". Él les contestó: "Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel". Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!" El le respondió: "No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó: "Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". Entonces Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas". Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.





 Hoy se nos dice que Jesús entra en los territorios gentiles de dos ciudades fenicias, Tiro y Sidón. En el Evangelio de Marcos, la mujer se refiere como una mujer sirofenicia debido a la configuración del pasaje. Aquí Mateo la llama una mujer cananea hacer un enlace con el vínculo histórico entre esta región y los cancaneos.

Evidentemente, la reputación de Jesús como sanador ha alcanzado los territorios gentiles. La mujer, tal vez la audición de estas historias, se adelanta a Jesús que cure a su hija "que es un demonio muy malo."

En un primer momento, la respuesta de Jesús es negativo y hace hincapié en que él ha venido para primogénito del Señor (Ex 4:22), es decir, "las ovejas perdidas de la casa de Israel." La mujer es la persistencia de nuevo pidiendo a gritos piedad e inclinándose ofrece homenaje a Jesús. Al parecer fuera de lugar, Jesús otra vez niega su petición con las palabras fuertes: "No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros." Sin embargo, la mujer gana su argumento con Jesús mediante el uso de sus propias palabras una repartee.




 La mujer siro-fenicia se utiliza a menudo como un modelo para la oración de intercesión. Ella es persistente en su oración que brota de su amor por su hija. Ella se pasa por alto en un primer momento por Jesús, hace que los discípulos que sienten incómodos con sus gritos, y luego se le habla con dureza cuando Jesús la compara con los perros que no pueden comer la comida reservada para los niños. Y, sin embargo, ella sigue siendo persistente debido a su amor por su hija. Finalmente, usando las mismas palabras de Jesús le gana una y es curada su hija. En medio de ninguna solución que se mantiene constante, humilde y atento.

Esta historia no sólo se aplica a los desafíos que se encuentran en la oración de intercesión, sino también a los desafíos que encontramos en la vida. En ambos casos, la persistencia tiene una fuente común, que es el amor. Es el amor que guía y sostiene a una persona a través de tiempos difíciles de la transición, pérdida, o cualquier tipo de oscuridad. Es el amor que sostiene a Jesús a llevar su cruz en el camino del Calvario. Es el amor que nos sostiene, aunque no estamos seguros de la forma o de sentir que nadie está escuchando.

Cuando nos enfrentamos a los grandes momentos de la vida, es un tiempo para descubrir de nuevo en el amor de Dios nos está llegando y con quién. En el camino a Jerusalén, Jesús mostró cuán grande es el amor se transforma en la persistencia necesaria para caminar a través de la noche oscura en la luz de un nuevo día. Él nos ha dado la gracia de hacer lo mismo


 Señor, Dios nuestro, te damos gracias y te alabamos por tu gran amor por el que nos tratas como hijos e hijas. Que la contemplación de tu Palabra traiga paz en medio de nuestras dificultades, ánimo a nuestra predicación y gloria a tu Santo Nombre. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén


No hay comentarios:

Publicar un comentario