miércoles, 31 de agosto de 2016

Lc 5, 1 – 11 La roca de la humildad






En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra, echaré las redes”. Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!” Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.




 La llamada de los primeros discípulos en Lucas es diferente a la de Marcos donde Jesús aparece de repente y llama a los discípulos. El énfasis está en el poder de la palabra de Jesús y su poder divino que llevó a los discípulos que lo siguen sin saber nada de él. Sin embargo, en Lucas, Pedro ya conoce Jesús porque él ha sanado suegra de Pedro ley (4: 38-39). Lucas también concentra el poder divino de Jesús, pero al mismo tiempo que subraya cómo los milagros pueden conducir a la fe.

Jesús elige uno de los barcos. Lo que pertenece Simon. La primera tarea no es la pesca. Es escuchar la enseñanza de Jesús a la multitud que estaban "presionando sobre él" para escuchar la palabra de Dios. Hay una gran hambre entre las personas que los alimentos no puede satisfacer. Sólo después de la enseñanza, Jesús a Simón a salir a las aguas profundas y para bajar las redes para pescar. La respuesta de Pedro recuerda la respuesta anterior de María al ángel: "¿Cómo puede ser esto ...." A diferencia de María, Pedro no recibe una respuesta. Como María, que obedece a la palabra hablada a él y se aseguró, "No “No temas ".

La respuesta de Pedro, como el de Isaías, está en una manifestación de Dios. Como los profetas anteriores a él, ve a su indignidad. A diferencia de la multitud en el verso anterior que quieren mantener a Jesús con ellos sólo para beneficiarse de él, Pedro dice: : “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!”

Las redes son por poco de ruptura. Es un signo de la abundancia del milagro y su éxito. También es, probablemente, una buena fuente de ingresos que Jesús pide a Pedro y sus colaboradores para dejar atrás y le siguen. Ellos continuarán siendo los pescadores pero ahora la pesca no tienen la connotación negativa de poner fin a la vida de los peces, pero la captura de personas vivas (el significado literal del verbo griego que se utiliza). Es para la vida que los pescadores de Jesús echarán sus redes hasta en momentos de frustración y falta de éxito. Tal vez un recordatorio de que Jesús está detrás de todos los éxitos de un discípulo. Jesús elige el barco, da la enseñanza, y enviarlos al abismo donde por el dicho de él tienen éxito.




 A menudo es tentador se dan por vencidos. Muchas veces este sentimiento surge cuando también nos sentimos muy solos. Hemos hecho todo lo que podemos hacer y no vemos nada más que se pueda hacer. Podemos recoger algo de fuerza para seguir adelante pero agota la mayor parte de nuestra energía restante. Nos quedamos más y más cansado.

¿Por qué tendemos a hacer muchas cosas por sí solo? Ciertamente, hay una variedad de razones y diversas situaciones. Sin embargo, el discipulado cristiano florece en comunidad. Pedro no es el único. Había dos barcos y "ellos" estaban limpiando sus redes después de una noche de pesca. Sus compañeros estaban Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo. No hay vínculo entre ellos viene de trabajar en conjunto en el que han compartido sus éxitos y frustraciones. Esta compañía es el marco de su llamada.

Si pudiéramos tener el tiempo para escuchar en los momentos cuando queremos renunciar o cuando nos sentimos muy frustrados, podemos escuchar una invitación al discipulado o una invitación a vivir más profundamente el evangelio que hemos recibido y mantenerse firme.

Al igual que el llamado de Isaías y Pedro, así como Santiago y Juan, la escucha de la palabra de Dios y su Hijo Jesús, a menudo lleva a descubrir de nuevo a nosotros mismos y la misericordia de Dios. Jesús no responde con el perdón a la respuesta de Pedro que es pecaminoso. En cambio, se da a Pedro la misión de salir y capturar "la gente vivas." Para echar la red de su compañía con Jesús en quien ha encontrado la vida y para captar a quien lo hará. El vigor con que él y los primeros discípulos se echar las redes se basa en conocer la necesidad de Jesús y entre sí. Sobre la roca de la humildad, nada es imposible para Dios.


 Señor Dios nuestro, que venido a ustedes con humildad, agradecido por su misericordia y amor. Usted has llamado a dar testimonio de tu Hijo Jesús en nuestra debilidad, ya que estamos, para que otros puedan ver las maravillas de tu gracia haciendo efecto en nosotros. Concédenos la fuerza para aferrarse al evangelio que hemos recibido. Que nuestro testimonio de su providencia y amor provocar a los corazones de los demás a buscarte y así encontrar la paz y la comodidad que ellos buscan. Pedimos esto por medio Cristo nuestro Señor. Amén




martes, 30 de agosto de 2016

Lc 4, 38-41 El ministerio de proclamar el Evangelio de Jesús







Al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella. Ël, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían demonios que gritaban y decían: “tú  eres el Hijo de Dios”. Los increpaba y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Mesías






 Misión significa literalmente ser enviado, encomendarle a uno una tarea. Al más alto nivel esa es la misión de la Trinidad: la visible misión de la Palabra, que fue enviada por el Padre en la persona de Jesucristo, su Hijo,  y la misión invisible del Espíritu Santo que fue envidado por el Padre y el Hijo. Jesús envió también a sus discípulos por todas partes para hacer a todas las nociones discípulos suyos. Su misión era extender el Evangelio, bautizar y predicar “…”(Mt 28, 19-20).a su vez los apóstoles o sus sucesotes envían a los fi3eles a continuar  la misión de Jesús, que es proclamar el evangelio a toda la humanidad. Por lo tanto, ser llamado es ser enviado. El que es llamado aseguir a Cristo, es también enviado por él a través de la Iglesia para que el Reino de Dios se extienda por todo el mundo

 Jesús extendió la Buena Noticia no sólo con palabras sino también con hechos. Cuida de la gente con la palabra de Dios, que es el alimento de sus almas. Al atardecer cura sus cuerpos. Los judíos del tiempo de Jesús crían que las enfermedades las causaba el diablo o eran consecuencia del pecado. En aquel tiempo el acceso a los médicos o la sanidad no era tan fácil como  hoy. Cada vez que uno necesitaba curación, de una manera o de otra, tenía que buscar un médico que lo curara. Sin embargo, Jesús no sólo cura el cuerpo, sino que devuelve a la gente al poder de Dios. Los lleva a una dimensión más noble, esto es, “sólo Dios tiene el poder sobre todos los espíritus impuros”




 h Dios, enséñanos a confiar en ti aunque tengamos algún  contratiempo en nuestra vida de fe. Que creamos firmemente en ti para que  caminemos seguros en nuestras vidas aunque no estés visiblemente presente entre nosotros. Que nos acordemos de nuestra misión de proclamar el Evangelio que hemos recibido en nuestro bautismo, para que demos fruto sin cesar al proclamar la Nueva Noticia con la ayuda del Espíritu Santo. Amen.


Lc 4, 31-37 Predica y practica






En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios". Jesús le intimó: "¡Cierra la boca y sal!" El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: "¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen". Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca

 4:31. Cafarnaúm: En 4,23 Lucas anticipa parte de lo que nos dirá sobre este importante centro de comercio localizado en la costa noroccidental del Mar de Galilea. Lucas completará la historia sobre este lugar en 7,1 y 10,15; este último versículo es siniestro. Cafarnaúm tenía una población de unos 15,000 habitantes.

4, 33-34. Sinagoga: Se hace explícito lo que parece implícito en los vv. 31-32. Cfr. 4, 14-15. El tema de la pureza reúne aquí tres conceptos: sabbath, espirito impuro, el Santo de Dios. Jesús libera a un hombre de un espíritu impuro en el día que separa lo ordinario de lo santo, porque Jesús permanece en relación íntima con Dios, la santidad misma. La relación de Jesús con Dios encuentra ecos en 1, 32-33 y 35; 2, 11,30 y 49; 3, 22-23; 4, 1-13 y se refiere ya al énfasis cristológico de Lucas en 4,41: Hijo de Dios y Mesías.

4, 35. Intimar (ordenar): La palabra griega epitiman, es uno de los medios que usa Lucas para unir los diferentes pasajes de 4, 31-44; se usa de nuevo en 4, 39 y 41. Es un término técnico que “denota el proferir una orden verbal por la que Dios o su vocero somete los poderes del mal. Es parte del vocabulario perteneciente a la descripción de la derrota final de Belcebú y sus secuaces. Jesús expulsa un espíritu impuro de un hombre en presencia de todos; en 4, 38-39 exorciza la fiebre de una mujer en una casa privada. Su poder liberador se ejerce en hombres y mujeres y no está limitado a espacios sagrados o seculares.

4, 36. Con autoridad: Enfatiza el poder de la palabra de Jesús para restaurar la plenitud de aquellos fragmentados por el mal. Sucede lo mismo en el v. 36 que forma una inclusio con 4,32. A diferencia de Marcos, Lucas le da igual peso a la actividad milagrosa de Jesús y a su enseñanza.




 “Sé quién eres: ¡el Santo de Dios!”. Es lo que dice el espíritu impuro y resulta semejante a la confesión que hace Pedro: Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo; pero ¿por qué Jesús le ordena al espíritu impuro: cierra la boca?

Sabemos que en muchas oportunidades Jesús no estuvo de acuerdo con los escribas y fariseos y los llamó hipócritas. Jesús dice de ellos que predican, pero no practican. Aquí estamos ente un caso semejante. Jesús hace callar al espíritu impuro porque lo que proclama no está de acuerdo con lo que hace. Es un oponente al plan de Dios.

No es difícil encontrar hoy personas de este tipo. Hay mucha gente que es muy buena en Sagradas Escrituras, doctrinas y enseñanzas de la Iglesia, pero que no son cristianos que confíen en Jesús. Son sólo expertos en religiones.

Pensemos en nosotros mismos. Nacimos como cristianos y vivimos como cristianos. Hemos estudiado en buena medida el catecismo católico, las Sagradas Escrituras. vamos semanalmente a la iglesia: ¿Practicamos lo que proclamamos en la misa? ¿Vivimos lo que predicamos?





 Señor, tu palabra es verdad y tus obras son dignas de confianza; ayúdanos a creer lo que Tú revelas en las Escrituras, a predicar lo que creemos y a practicar lo que predicamos. Amen








lunes, 29 de agosto de 2016

Mc 6, 17-29 Información Profeta de Dios






Herodes había mandado apresar a Juan, y lo encadenó en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues se había casado con ella. Juan había dicho a  Herodes: “No te es lícito tener a la esposa de tu hermano”. Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía porque Herodes tenía miedo de Juan, pues sabía que era un hombre justo y santo, y lo mantenía a salvo. Cuando lo escuchaba quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. La oportunidad llegó cuando Herodes ofreció un banquete por su cumpleaños a sus cortesanos, oficiales, y notables de Galilea. La hija de Herodías llegó al banquete y bailó, lo que agradó a Herodes y a sus invitados. El rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo concederé”. Y le prometió solemnemente: “Cualquier cosa que me pidas te la daré, aun la mitad de mi reino”. Ella salió y preguntó a su madre: “¿Qué debo pedir?” Ella respondió: “La cabeza de Juan el bautista”. Ella fue de prisa ante el rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el bautista”. El rey se entristeció sobremanera, pero a causa de su promesa y de sus invitados no quiso romper la palabra que le había dado. Inmediatamente envió a un soldado de la guardia con órdenes de llevarle la cabeza de Juan. Él fue, lo decapitó en la prisión, y trajo su cabeza en una bandeja. La entregó a la joven, y la cabeza la llevó a su madre. Cuando los discípulos se enteraron, fueron a recoger su cuerpo, y lo colocaron en un sepulcro.





 Profeta se define como una persona enviada, en nombre de Dios, a proclamar la palabra de Dios al pueblo. Dios revela su voluntad y sus intenciones al profeta quien, a su vez, debe anunciarlas a todas las naciones. Sin embargo, por esta especial responsabilidad, que consiste en permanecer en contacto con Dios y proclamar palabras verdaderas, el profeta debe perseverar en una vida recta.

“No desearás la mujer de tu prójimo” (Éx 20,17) es uno de los diez mandamientos de Dios, que todos, aun los reyes, debemos observar. En este evangelio el rey Herodes no sólo desea a la mujer de su hermano sino que la desposa. Es un pecado público. Sin embargo nadie, a no ser Juan el bautista, se atrevió a cuestionar esa acción inicua. Por consiguiente, Juan pagó un alto precio con su vida




 Una vez Jesús habló elogiosamente de Juan el bautista: “En verdad os digo, entre los nacidos de mujer no ha habido nadie mayor que Juan el bautista” (Mt 11,11). En efecto, al contemplar la vida y la muerte de Juan, notamos dos aspectos sobre la afirmación de Jesús:

En primer lugar, La vida de Juan es “profética”. Su nacimiento fue un milagro. Él es la segunda persona, después de  María, que tuvo el privilegio de reconocer al Mesías (Lc 1,44). Su vida muestra lo que Jesús dijo sobre sus discípulos antes de enviarlos a proclamar el reino de Dios (cf. Lc 9,3; 10,4). Juan era fervoroso al anunciar el mensaje de Dios mediante una vida austera (Mr 1,4-8).  En segundo lugar, Juan fue bendecido porque sirvió a Cristo. Su testimonio, el servicio del Hijo de Dios, lo convierte en el más grande entre los hombres. Sin embargo, el descubrió claramente que Jesús era mayor que él cuando dijo: “No soy digno de desatar las correas de sus sandalias” (Lc 3,16) y reconoció en Jesús “el que viene y es más grande que yo”.

Juan fue verdaderamente, con su vida entera, un profeta del Todopoderoso. Siguiendo su ejemplo, estamos llamados a ser profetas de Dios mediante nuestras buenas acciones, respetando la verdad y dando testimonio de ella
 





viernes, 26 de agosto de 2016

1 Cor 1:17-25 ¿Puede hoy la cruz enseñarnos sabiduría?









“No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias, para no desvirtuar la cruz de Cristo. Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; más para los que se salvan - para nosotros - es fuerza de Dios. Porque dice la Escritura:

Destruiré la sabiduría de los sabios, e
inutilizaré la inteligencia de los inteligentes.

¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entonteció Dios la sabiduría del mundo? De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado:  escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; más para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres”




San Pablo rara vez habla de la cruz, pero abre sus discusiones sobre la verdadera sabiduría con "el mensaje de la cruz." Es algo único en el Nuevo Testamento. En el mundo antiguo el uso de la crucifixión estaba bastante extendido. Por lo general se infligía a los rebeldes políticos y a las clases más bajas, en particular a los esclavos. Se consideraba una vergüenza tener a alguien de la propia familia crucificado, era una fuente de vergüenza. Pablo ha hecho de la cruz, es decir, de la muerte de Jesús en la cruz, el punto central de la naturaleza de la divina sabiduría. La sabiduría de la cruz divide a la humanidad en los "salvados" y los que "perecen".

Corinto era una importante ciudad portuaria debido a su ubicación entre los mares Egeo y Jónico. Su población era, según algunas estimaciones, cinco veces mayor que la de Atenas. Sus habitantes eran de todas partes del mundo antiguo, y trajeron con ellos todas las diversas religiones y filosofías. Había allí una importante comunidad judía, con una sinagoga establecida. La predicación de Pablo comenzó dentro de esta comunidad, pero rápidamente se extendería a los gentiles, incluidos esclavos de diversos orígenes. Un gran reto para Pablo era crear unidad en medio de una tal diversidad formada a imagen de Cristo.

El texto parece sugerir que está atacando el tipo de sabiduría enseñado en las escuelas de retórica, que era atractivo para los griegos de la época de Pablo (1:22). Podemos inferir que este tipo de sabiduría era una causa de división dentro de la comunidad de los cristianos de Corinto, ya que a lo largo de toda la carta se abordan los conflictos entre ellos. Podemos ver ejemplos de controversia en esta pequeña comunidad, donde algunos miembros "sabios" habían aceptado la inmoralidad sexual en la comunidad, y otros comportamientos que se oponían al mensaje que Pablo proclamó como la sabiduría de la cruz.

Por el contrario, Pablo predicaba un Cristo que, siendo Señor de todos, se despojó de sí mismo y asumió nuestra condición de pecado para salvar a todos. La postura pasiva que Jesús tomó durante su pasión es un enfrentamiento a un comportamiento racional. No se defendió. Su aceptación de la muerte en la cruz tuvo que ser un gran rompecabezas para los griegos educados, que se encontraban a gusto en la lógica racional; y un escándalo para los judíos que esperaban un Mesías que los liberase. Citando a Isaías 29:14, Pablo explica que Dios destruiría la sabiduría de este mundo.






 Todas las personas tienen una historia de sufrimiento. La fuente, para algunos, es una enfermedad física o emocional, otros sufren de pobreza. Algún sufrimiento es parte de la historia humana que todos compartimos porque vivimos con las limitaciones del ser humano. Nadie completará todos sus proyectos, ni podrá llevar a cabo todos sus sueños y evitar inconvenientes en sus relaciones con los demás. Algunos conocerán el sufrimiento por la opresión y la codicia de los demás. El sufrimiento es un hecho de la vida humana. A lo largo de la historia humana los hombres han buscado el significado en un contexto de sufrimiento. Jesús es una parte integral de la historia de sufrimiento.

Su pasión, con la culminación en la cruz, es la máxima expresión de su solidaridad con la humanidad. La vida de Cristo se puede entender como un despliegue de la revelación del amor incondicional de Dios hacia todos. Un amor que es íntimo, en tanto en cuanto que se experimenta en el contexto de la cruz. La cruz nos dice que el amor de Dios está vacío de coerción y que Dios es vulnerable debido a esto. Tenemos la libertad de rechazar este amante increíble. Jesús en la cruz nos enseña que el amor de Dios es absolutamente no violento de frente a la traición cruel y la tortura. Él es misericordioso, y está más preocupado por compartir su reino con el ladrón que por buscar venganza contra sus discípulos que le abandonaron, los líderes religiosos que tienen celos de él y las multitudes que están dispuestas a unirse en la celebración violenta de la cruz. Comprender la sabiduría de la cruz es entender el sacrificio de sí mismo, incluso cuando ello signifique humillación. Esta no es la sabiduría del mundo.

Vivimos en un mundo que muy a menudo abraza la sabiduría de la venganza por errores reales o percibidos. Un mundo que busca soluciones rápidas a las complejas relaciones humanas. Con demasiada frecuencia los matrimonios terminan en divorcio como una manera fácil de evitar el tener que manejarse con el quebrantamiento de la vida familiar. El perdón, la compasión y la misericordia son descartadas como románticos y poco realistas. La cruz desafía a la historia del sufrimiento de cada persona con la pregunta: ¿será una fuente de amargura o de reconciliación? Esta fue una lección de sabiduría, dura para ser asimilada por los corintios, como lo es para nosotros hoy día




 Señor Jesús, en tu sufrimiento y muerte nos has revelado el amor increíble de Dios por la humanidad. Que la experiencia de este amor nos ayude a dar sentido a nuestros sufrimientos personales y a los de nuestros prójimos. Ayúdanos a discernir tu sabiduría dentro de la gran diversidad de ideas que se nos presentan cada día. Danos tu coraje para tomar decisiones que aumenten tu gran amor en el mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.


jueves, 25 de agosto de 2016

Mt 24:42-51 ¡Estad despiertos y listos!






“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que, si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichosos ese criado si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes"..”





 “Estar despierto y en guardia” es un estado de ánimo positivo en el que no nos toma por sorpresa la venida de Dios. “Estar listo” significa estar bien preparado para recibirle de modo diligente y alegre, sin miedo. Vemos que Jesucristo emplea el modo imperativo para enfatizar su advertencia. No podemos dejar de prestarle atención a esta advertencia de Cristo. Un siervo fiel y prudente es aquel que sabe cómo conservar el “talento” que Dios le ha confiado y sacarle provecho de modo que, cuando Dios venga, le dé su recompensa.

Por medio del Evangelio de hoy, Jesucristo nos enseña a estar siempre alerta y preparados porque no sabemos cuándo será su venida – el día del juicio final para cada uno de nosotros y para todos los pueblos. Ese día cada uno recibirá su recompensa o su castigo según lo que haya hecho en su vida. La buena voluntad será recompensada con la felicidad del cielo, mientras que la maldad será puesta en un lugar donde habrá llanto y rechinar de dientes. Por eso, un buen siervo es aquel que siempre lleva su lámpara llena de aceite, como las cinco vírgenes prudentes (Mt 25, 1-13), para estar listos a salir al encuentro del Señor cuando Él venga.





 “Estar alerta y listos” son las palabras de Cristo para recordarnos que debemos estar atentos a nosotros mismos, que somos subjetivos, llenos de debilidades y proclives a olvidar las advertencias de Cristo. La vida terrena fácilmente nos adormece, cuando estamos bajo el influjo de tentaciones, haciéndonos creer que “el Señor no vendrá por un largo tiempo”. Debemos buscar siempre y por encima de todo el Reino de Dios, en vez de aferrarnos a las cosas pasajeras y corruptibles de la tierra. Por eso, vivir es estar siempre en guardia y preparados, vivir es hacer la voluntad de Dios y entender que Él dirige todos los eventos de nuestra vida, especialmente en medio de dificultades y pruebas, confiando siempre en Él sin desesperarnos. Sólo estando alerta y listos encontraremos paz interior y podremos salir gozosamente al encuentro del Señor, sin importar cuando venga.

 Señor Jesús, te pido que vengas y me despiertes, hazme salir de los «sueños» de los que no puedo liberarme con mis propias fuerzas. Mantenme despierto frente a los acontecimientos más violentos de la vida, hazme sentir tus manos paternas liberándome de todas las tentaciones, de la «manzana» que me empuja a perder la fe en ti. Cada tentación, aunque me prometa algún tipo de felicidad, sólo me empobrece y me encierra más en mi egoísmo. Ayúdame a vencer las tentaciones velando y orando, con ayuno y autocontrol. Ayúdame a «nadar contra la corriente» frente el mundo actual, para que pueda entrar por tu sendero de pobreza y humildad, de sacrificio y servicio, preparándome al encuentro gozoso contigo, sin importar el momento en que tu vendrás a tocar la puerta. Amén.


miércoles, 24 de agosto de 2016

Jn 1, 45-51 El Hijo de Dios y Rey de Israel






En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José". Natanael replicó: "¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y lo verás". Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: "Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez". Natanael le preguntó: "¿De dónde me conoces?" Jesús le respondió: "Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera". Respondió Natanael: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel". Jesús le contestó: "Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver". Después añadió: "Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".




 Los vietnamitas tienen este dicho: "Una vista vale más que cien testimonios". San Juan expresa más o menos la misma idea en el Evangelio de hoy cuando narra lo que Felipe le dijo a Natanael: "Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas". No debemos criticar la incredulidad de Natanael. Normalmente, las personas son muy prácticas. Oyen algo, pero no lo creen de manera inmediata. Sólo creen lo que pueden ver y tocar. Al igual que la mayoría de los judíos en aquel entonces, Natanael dudaba, como podemos ver en sus palabras, "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? Es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre?" (Jn 6, 42). Sin embargo, Natanael nos ha enseñado una buena lección. A pesar de que no estaba listo para creer, tenía un fuerte deseo de conocer a Jesucristo. También descubrimos otra cosa no menos importante: que para conocer a Dios necesitamos su gracia, y Dios Padre se le da a quien quiera, como Jesús atestigua: "Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo atrae."


 El comentario de Jesús sobre Natanael nos da a entender que él ama especialmente a aquéllos que son honestos. Ojalá Jesucristo pueda describirnos a todos de la misma manera. Si de este pasaje podemos aducir una lección para nuestras vidas, es que Cristo nos enseña que hay que confiar siempre en Dios, porque él es siempre veraz y nunca nos engaña, como Jesús afirma: "Bienaventurados los que no han visto y han creído". (Jn 20, 29). El Evangelio de hoy nos enseña a acercarnos a Dios, sobre todo en momentos de prueba. Si nos acercamos a Dios todos los días para que él nos enseñe, veremos cuán grande es su amor por nosotros. Es cuando nos acercamos a Dios que nuestra fe se fortalece y nuestra vida se convertirá en una profesión de fe: Jesucristo es el Hijo de Dios vivo.

 Señor Jesús, por favor ven a despertarme; sácame del "sueño" del que me resulta imposible librarme por mi propio esfuerzo. Despiértame aún en los momentos más turbulentos de la vida, y haz que sienta tus manos paternales alejando de mí las dulces tentaciones de la "manzana" que pueda inducirme a perder la fe en ti. Cada tentación, a la vez que me promete algún deleite, sólo me empobrece y me aprisiona en mi egoísmo. Ayúdame a vencer todas las tentaciones, permaneciendo alerta y en estado de oración, por medio del ayuno y el autocontrol. Ayúdame a "nadar contra la corriente" del mundo, para que pueda entrar en tu camino estrecho de pobreza y humildad, de sacrificio y servicio, alegre y siempre dispuesto a encontrarte, no importa cuando vengas y llames a la puerta. Amén.


martes, 23 de agosto de 2016

2 Thess 2, 1.3A; 14.17 Conforten los corazones de ustedes y los dispongan








Hermanos: Por lo que toca a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestro encuentro con él, les rogamos que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se alarmen ni por supuestas revelaciones ni por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente. Que nadie los engañe en ninguna forma.

Dios los ha llamado para que, por medio del Evangelio que les hemos predicado, alcancen la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así pues, hermanos, manténganse firmes y conserven la doctrina que les hemos enseñado de viva voz o por carta.

Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y nuestro Padre Dios, que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, conforten los corazones de ustedes y los dispongan a toda clase de obras buenas y de buenas palabras.





 San Pablo escribe una segunda carta a los Tesalonicenses con el fin de aclarar y desarrollar la enseñanza de la segunda venida de Cristo que él escribió en la primera letra. La comunidad cristiana de Tesalónica consistía en su mayoría de los cristianos gentiles. También fue objeto de persecución por parte de la fundación que en aproximadamente el 50 A. D.

En cuanto a la segunda venida de Cristo, o la Parusía, Pablo vio la necesidad de corregir el error de que era inminente. Los cristianos no vieron la necesidad de continuar responsabilidades, como el trabajo, si la Parusía era inminente. De ahí que Pablo escribe que los que no trabajan no deben comer. San Pablo enseña que hay indicios de que se procederá a la Parusía. En particular, se centra en el "hombre de pecado", también conocido como el Anticristo que engañar a la gente y el Estado como si fuera Dios.

La carta subraya el fomento de la fe de los tesalonicenses en medio de los obstáculos que enfrentan. Los cristianos son propios para dirigir el uno al otro de error y animarse unos a otros en el comportamiento apropiado, que es digno de la fe que han recibido.







Hoy agradecemos a Dios por los dones que hemos recibido, por vivir una vida de acuerdo al llamado que nos ha hecho. A lo largo del camino, necesitamos ánimo y orientación para poder decir, como san Pablo, “he librado bien la batalla, he corrido hasta la meta, he conservado la fe (2 Tim 4,7).”

Es fácil desanimarse. Por diferentes razones podemos perder la confianza en el poder de Dios. Nuestra relación con Dios es como cualquier otra relación en nuestra vida: hay momentos de confianza, comprensión, afirmación y amor. Pero, con frecuencia, es difícil encontrar dónde está Dios en medio de lo que no funciona o está débil en nuestras amistades, matrimonio o consagración religiosa.

El reto que se nos presenta es no desanimarnos. El desánimo está basado en falsas esperanzas o expectativas autoimpuestas que pueden ser irreales, es decir, que no afrontan la realidad de la condición humana. A veces, podemos elaborar teorías sobre dichos momentos para tratar de darle sentido a nuestra situación. Y luego, las defendemos a todo costo, como lo vemos en los saduceos y muchos otros.

La realidad de la condición humana es la de haber sido redimida en Cristo. “Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no según nuestras obras sino de acuerdo a su propio designio y a la gracia que nos ha concedido en Cristo…” La pérdida de confianza en Dio no puede arreglarse esperando que Dios haga más por nosotros. Todo lo necesario ha sido hecho y se está haciendo. Lo que nos queda es entregarnos a nosotros mismos al poder de Dios con un espíritu de valentía para “reavivar el don de Dios que se nos ha dado”. Así descubrimos y, lentamente, aceptamos la impotencia de nuestras obras y nos abrimos a la obra de Dios, creada por amor, y compartimos su fortaleza frente a las dificultades de la vida, para dar testimonio del poder del Evangelio.



 Te rogamos, Señor, que tu gracia nos fortalezca y nos sane, de modo que nos alegremos siempre por la cercanía de tu Reino. Renueva nuestros corazones para que encuentren espacio en la atareada agenda de hoy, de modo que optemos por tener tiempo a solas contigo. Ayúdanos a mirar todo lo que nos rodea, especialmente a quienes más necesitan de tu misericordia. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen





lunes, 22 de agosto de 2016

Mt 23,13-22 Vivamos con coherencia: “sí, sí: no, no”






En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto, y cuando lo consiguen, lo hacen todavía más digno de condenación que ustedes mismos! ¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica al oro? También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él".







Jesús ha comenzado con la proclamación de las bienaventuranzas (5, 3-12). Enseguida ha mostrado que éstas generan una nueva identidad en la vida de los discípulos (“Ustedes son…”, Mt 5, 13-16). Continua con una propuesta ante la Ley, la ley se cumple, es una exigencia en el modo de actuar, nueva y definitiva, encaminada a la plenitud, propone un estilo de vida teniendo como horizonte el Reino.

Ahora bien, la comunidad de Mateo, tiene una fuerte influencia judía. Para el mundo hebreo las “obras” distintivas de quien está en el ámbito de la Alianza con Dios están expresadas en la Ley.

Jesús confirma un aspecto de la tradición: es posible jurar decían los antepasados pero “no en falso” o perjurar. El judaísmo permitía los juramentos para el Señor, ellos sí debían cumplirse, era una acción de fidelidad.

Pero Jesús reacciona y exige que no se jure en ninguna circunstancia, “no juréis en modo alguno”. Esta prohibición, que realiza Jesús, no tiene equivalente en el judaísmo, lo hace a través de cuatro proposiciones, cada una las inicia con un “ni”. Insiste Jesús desde distintos ámbitos: Cielo, Tierra, Jerusalén, de este modo explica cómo no hay que jurar por Dios.

Se recoge esta enseñanza en la epístola de Santiago (5,12) “ante todo, hermano, no juréis ni por el cielo ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa.”

En el versículo 36 agrega “ni por tu cabeza”, extiende la prohibición de los juramentos de la esfera divina a la esfera humana, ahora ya no se trata del poder divino sino de lo contario de la impotencia humana, ya que no somos capaces de cambiar el color de nuestros cabellos y del mismo modo no tenemos poder sobre la cabeza.

Jurar por el nombre de Dios por medio de algo relacionado es una acción hipócrita, cree que su juramento da fuerza a su palabra evitando decir el nombre de Dios y por tanto no liga su alma, no le obliga a cumplir, este juramento es una mentira y es engañar. La afirmación de Jesús tiene fuerza: “no juréis en modo alguno” para no caer en la hipocresía, que genera desconfianza, falta de credibilidad.



 Vivir con coherencia, como discípulo y discípula, es el desafío a la que nos invita la Palabra de Jesús, ello se teje por medio de actitudes, valores, que se convierten en signos del Reino: la verdad, la confianza, la sinceridad, la transparencia, la credibilidad.

Los creyentes estamos llamados a ser veraces, no es necesario hacer ningún tipo de juramento. Basta con decir la verdad y no quebrantar la palabra para que se puedan sembrar espacios de confianza, de encuentro y de diálogo, de este modo la comunicación se hace expedita. De la veracidad dependerá la confiabilidad de una persona. Un discípulo o discípula no tiene dobles intenciones, si dice sí es realmente sí, lo mismo en el caso contrario, no tiene necesidad de mentir, de esconder por medio de juramentos porque su palabra dice la verdad.

Brota la confianza de una palabra emitida, un sí (o no), por los labios y tiene que corresponder, un sí (o no), del corazón. La palabra compromete a todo el ser, un ser que teje vínculos de confianza.

Jesús nos exige en el seguimiento perfecta sinceridad, de ahí que en una comunidad en que se observan los preceptos de Jesús el juramento es superfluo. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. El propone la honradez total y radical. Son las exigencias del proyecto del Reino.

Alcanzar la transparencia total en la relación entre las personas es un desafío que trata de transparentar la verdad de Dios y con Dios, toda nuestra vida permanece ante Él, tal como somos, sin necesidad de aparentar, ni de maquillaje.

Credibilidad es la base de la vida comunitaria y social, favoreciendo la convivencia fraterna, se convierte en un distintivo del discipulado que desea transformar el presente, el ahora.

El tejido que resulta va tomando la forma de Dios, va mostrando el sueño de Jesús. Ello leído, vivido y profundizado en el contexto actual, desde un mundo global, plural y en contante cambio, seguir este tejido no es nada fácil, por el relativismo, el individualismo, la corrupción, los deseos de poder, que rompen el tejido de la confianza, de la credibilidad y la transparencia. Pero conocemos el norte, esa Buena Noticia a comunicar para sembrar esperanza en una sociedad que enferma y nos enferma…es la urgencia de hacer presente el Reino.

 Señor Jesús, nos alegramos por tu Palabra, con toda su exigencia, que nos abre hacia caminos de confianza. Desde un corazón agradecido te pedimos que nos ayudes a ser mujeres y hombres predicadores de la verdad, que nuestras vidas transparenten tu vida de amor y misericordia, de sinceridad y compasión, desde una itinerancia coherente con el evangelio, lleguemos hasta los confines de la tierra. Todo sea para la alabanza y gloria de tu nombre. Amén


jueves, 18 de agosto de 2016

Mt 22, 34-40 El Mandamiento Más Grande: Ama a tu Dios y a tu Prójimo






En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?"

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas"




 Los escribas y los fariseos planearon herir y matar a Jesús. Sus conversaciones con Jesús no eran necesariamente para aprender de Él sino para hacerle caer en las trampas que le conducirían a sus planes para matarle. Siguiendo estos planes, ellos le plantearon esta pregunta: "¿Cuál es el mandamiento de la ley es el más grande?"

En tiempos de Jesús, la Torá incluía más o menos 613 mandamientos. Los rabinos dividían la Torá en 365 mandamientos prohibitorios que correspondían con el número de días en un año y 248 preceptos obligatorios. Jesús respondió directamente. El hizo hincapié en el punto principal citando el libro del Deuteronomio: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y ​​con toda tu mente." Lo que es excepcional en su respuesta es que Jesús unió el primer mandamiento de “amar al Señor” con el segundo mandamiento “amar al prójimo” en un solo mandamiento. De esta manera, Jesús resumió toda la ley de Moisés y los profetas. Por lo tanto, Jesús incluyó los demás mandamientos en uno: amar a Dios y amar a los demás.

La pregunta pareció ser un desafío; sin embargo, una vez más Jesús les sorprendió con su respuesta. En ese momento, los judíos estaban influenciados por los fariseos, los escribas, los doctores de la ley y los saduceos. Ellos conservaban la ley sólo como ley. Sin embargo, el Evangelio de Jesús les recordó los puntos principales en la nueva ley: el amor. Con el amor del Señor, podemos encontrarnos con Él, y con el amor a los demás también podemos encontrarnos con El. Es inútil cuando la ley se conserva sin su espíritu o sólo por la misma ley. En este caso la ley se convertiría en la base de las directrices para los muertos y no para los vivos.





 De hecho, no es fácil amar al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente y amar al prójimo como a uno mismo. Sin embargo, Dios nos invita a practicar este amor. Todos mis pensamientos, todas mis acciones deben tener como propósito glorificar a Dios, santificar su Nombre y hacer su Voluntad. ¡Amar a los demás como a sí mismo es realmente difícil! ¿Cómo podemos perdonar y recibir a los que nos hacen daño y manchan nuestra reputación cuando los consideramos como nuestros hermanos y hermanas?

Sólo siguiendo el ejemplo de perdón y de amor de Jesús aprendemos la lección de amar incondicionalmente como Aquel que perdona siempre, que ama incluso a sus enemigos, que sirve como un siervo humilde, y que da la vida por los demás. El amor incondicional al prójimo fluye del amor incondicional de Dios. Porque, ¿cómo podemos amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y alma y no amar a nuestro prójimo que también es creado a imagen y semejanza de Dios?





 ¡Oh, mi Señor, mi Dios! Nos has enseñado a amarte a Ti primero y sobre todas las cosas porque Tú nos has amado primero. Tú nos ha enseñado a amar a los demás porque somos hermanos y hermanas. ¡Somos tus hijos! Cada uno de nosotros está hecho a tu imagen y semejanza. Danos la fuerza para vivir el mandamiento del amor, oh Señor nuestro Dios, y para amar a nuestro prójimo. Somos débiles y sin el apoyo de tu gracia, no te podemos adorar ni amar, sino tan solo seguir a los ídolos. Sin el apoyo de tu gracia, no tenemos la capacidad de amar a los demás; especialmente a los que nos han herido y nos odian. Concédenos la gracia que necesitamos para amar a los demás de la misma manera que nos has amado. Ayúdanos a buscar la felicidad y la salvación de los demás a través de nuestras vidas siendo ejemplos luminosos de tu amor; ayúdanos a olvidarnos de nosotros mismos para servir a los demás incondicionalmente. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.