En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»
No es suficiente acercarse a Jesús con el único currículo de haber cumplido con exactitud la ley de Moisés, se requiere avanzar y despojarse de todo aquello que no deja seguir al Maestro con toda libertad y sin ningún peaje que distorsione el seguimiento. De ahí, la oportuna advertencia de Jesús sobre el hándicap que supone la riqueza para el discípulo, no que ésta sea condenada sin más. Parece imposible que los hombres renuncien a todas las seguridades que en nuestro mundo ofrece la abundancia de recursos económicos (fama, poder, influencia, poder…), tornándose éstos en ídolos que demandan ciega sumisión, lesa inhumanidad. Pero bueno es que no olvidemos que el seguimiento del Señor es más un don de la gracia que un logro personal, por eso no es imposible para Dios
¿Recompensa de seguir en fidelidad al Maestro? No sólo encontrar una nueva familia a cambio de la que el seguidor deja, sino también la mejor alegría, la insobornable esperanza, la vida eterna. En otro lugar Jesús nos indica que se trata de ser rico para Dios, pues solo desde ahí podemos ser abundantes en el generoso servicio fraterno; porque ser rico para los hombres empobrece no solo el propio corazón sino también el medio ambiente de los hermanos.
El Señor anuncia la paz a su pueblo
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él
la salvación seguirá sus pasos
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