lunes, 3 de agosto de 2015

Lectura del libro de los Números 12, 1-13




En aquellos días, María y Aarón hablaron contra Moisés, a causa la mujer cusita que habla tomado por esposa.
Dijeron: «¿Ha hablado el Señor sólo a Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?»
El Señor lo oyó. Moisés era el hombre más sufrido del mundo.
El Señor habló de repente a Moisés, Aarón y María: «Salid los tres hacia la tienda del encuentro.»
Y los tres salieron. El Señor bajó en la columna de nube y se colocó a la entrada de la tienda, y llamó a Aarón y María.
Ellos se adelantaron, y el Señor dijo: «Escuchad mis palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta del Señor, me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños; no así a mi siervo Moisés, el más fiel de todos mis siervos. A él le hablo cara a cara; en presencia y no adivinando contempla la figura del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?»
La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó. Al apartarse la nube de la tienda, María tenla toda la piel descolorida, como nieve. Aarón se volvió y la vio con toda la piel descolorida.
Entonces Aarón dijo a Moisés: «Perdón, señor; no nos exijas cuentas del pecado que hemos cometido insensatamente. No la dejes a María como un aborto que sale del vientre, con la mitad de la carne comida.»
Moisés suplicó al Señor: «Por favor, cúrala.»                        





El texto es complejo porque por una parte indica que Aarón y María critican a Moisés por haber tomado por esposa a una extranjera, pero a la hora de verbalizar las quejas sólo se refieren a las relaciones privilegiadas que Dios tiene con su hermano Moisés. Quizás sea un contraste casual, pero llama la atención el color de la piel de la mujer de Moisés con el estigma blanquecino de la piel de María. Pero es Moisés el centro del relato y sus privilegiadas relaciones con Dios, hasta el punto que el texto le da un relieve mucho más significado que a los setenta ancianos cuyo espíritu había compartido. No cabe duda respecto a la misión que Moisés cumplió con su pueblo, lo que le reportó una dignidad entre los suyos inigualable.




Misión que cabe ser traducida también en los eventos más pequeños como es en el hecho de interceder, por confianza con Dios, por María; lo que nos deja bien a las claras que la cercanía de Dios no es nunca para disfrutar de una relación en exclusividad, cuanto para repartir la gracia, la misericordia y el amor que de Dios siempre viene para su pueblo.



 
 
 
Sal 50,3-4.5-6.12-13
 
 Misericordia, Señor: hemos pecado
 
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.                    
 
 
 
 

 




 


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