Pero la inmoralidad sexual y toda impureza o avaricia no se nombren más entre vosotros, como corresponde a santos; ni tampoco la conducta indecente, ni tonterías ni bromas groseras, cosas que no son apropiadas; sino más bien, acciones de gracias. Porque esto lo sabéis muy bien: que ningún inmoral ni impuro ni avaro, el cual es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Debemos fijarnos en otras dos advertencias que hace Pablo.
(i) Dice que de estos pecados vergonzosos no se debe ni hablar. Los persas, según Heródoto, tenían la regla de «no permitir hablar de las cosas que no estaba permitido hacer». El hacer chistes de algo, o el usarlo como un tema corriente de conversación es introducirlo en la mente y acercarlo a la práctica. Pablo advierte que algunas cosas son peligrosas hasta en la conversación y en los chistes. Es un hecho sombrío de la naturaleza humana el que muchos libros y comedias y películas se hayan hecho famosos simplemente porque trataban de cosas prohibidas y sucias.
(ii) Dice que sus conversos no se debían dejar engañar con palabras vacías.
¿Qué quiere decir? Había voces en el mundo antiguo, y hasta en la Iglesia Cristiana, que le enseñaban a la gente a pensar con ligereza en los
pecados del cuerpo.
En el mundo antiguo hubo una línea de pensamiento llamada el gnosticismo, que partía de la base de que solo el espíritu es bueno, y la materia es siempre mala. En ese caso, resulta que solo hay que valorar el espíritu, y que la materia no es sino despreciable. Ahora bien, una persona se compone de dos partes: es
cuerpo y espíritu. Según este punto de vista, el espíritu es lo único que importa; el cuerpo no tiene ninguna importancia. Por tanto, al menos algunos de los gnósticos pasaron a defender que no importaba lo que uno hiciera con su cuerpo. No influía para nada el seguir sus caprichos. Los pecados corporales y sexuales no tenían ninguna importancia, porque eran cosas del cuerpo y no del espíritu.
El cristianismo se opone frontalmente a esta línea de pensamiento enfatizando que tanto el cuerpo como el alma es importante. El cuerpo porque es templo del Espíritu Santo y por lo tanto tenemos que mantenerlo limpio. El alma
porque marca nuestras líneas de actuación. El cristianismo contempla al hombre como un todo indivisible (cuerpo, alma y espíritu) y debe ser controlado y dirigido por el Espíritu
Salmos, 17
1. Oración. De David. Escucha, Yahveh, la justicia, atiende a mi clamor, presta oído a mi plegaria, que no es de labios engañosos.
2. Mi juicio saldrá de tu presencia, tus ojos ven lo recto.
3. Mi corazón tú sondas, de noche me visitas; me pruebas al crisol sin hallar nada malo en mí; mi boca no claudica
4. al modo de los hombres. La palabra de tus labios he guardado, por las sendas trazadas
5. ajustando mis pasos; por tus veredas no vacilan mis pies.
6. Yo te llamo, que tú, oh Dios, me respondes, tiende hacia mí tu oído, escucha mis palabras,
7. haz gala de tus gracias, tú que salvas a los que buscan a tu diestra refugio contra los que atacan.
8. Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas
9. de esos impíos que me acosan, enemigos ensañados que me cercan.
10. Están ellos cerrados en su grasa, hablan, la arrogancia en la boca.
11. Avanzan contra mí, ya me cercan, me clavan sus ojos para tirarme al suelo.
12. Son como el león ávido de presa, o el leoncillo agazapado en su guarida.
13. ¡Levántate, Yahveh, hazle frente, derríbale; libra con tu espada mi alma del impío,
14. de
los mortales, con tu mano, Yahveh, de los mortales de este mundo, cuyo
lote es la vida! ¡De tus reservas llénales el vientre, que sus hijos se
sacien, y dejen las sobras para sus pequeños!
15. Mas yo, en la justicia, contemplaré tu rostro, al despertar me hartaré de tu imagen.




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