En aquellos días, Judá se acercó a José y le dijo: «Permite a tu siervo hablar en presencia de su señor; no se enfade mi señor conmigo, pues eres como el Faraón. Mi señor interrogó a sus siervos: "¿Tenéis padre o algún hermano?", y respondimos a mi señor: "Tenemos un padre anciano y un hijo pequeño que le ha nacido en la vejez; un hermano suyo murió, y sólo le queda éste de aquella mujer; su padre lo adora." Tú dijiste: "Traédmelo para que lo conozca. Si no baja vuestro hermano menor con vosotros, no volveréis a verme." Cuando subimos a casa de tu siervo, nuestro padre, le contamos todas las palabras de mi señor; y nuestro padre nos dijo: "Volved a comprar unos pocos víveres." Le dijimos: "No podemos bajar si no viene nuestro hermano menor con nosotros"; él replicó: "Sabéis que mi mujer me dio dos hijos: uno se apartó de mí, y pienso que lo ha despedazado una fiera, pues no he vuelto a verlo; si arrancáis también a éste de mi presencia y le sucede una desgracia, daréis con mis canas, de pena, en el sepulcro."»
José no pudo contenerse en presencia de su corte y ordenó: «Salid todos de mi presencia.»
Y no había nadie cuando se dio a conocer a sus hermanos. Rompió a llorar fuerte, de modo que los egipcios lo oyeron, y la noticia llegó a casa del Faraón.
José dijo a sus hermanos: «Yo soy José; ¿vive todavía mi padre?»
Sus hermanos se quedaron sin respuesta del espanto.
José dijo a sus hermanos: «Acercaos a mí.»
Se acercaron, y les repitió: «Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios. Pero ahora no os preocupéis, ni os pese el haberme vendido aquí; para salvación me envió Dios delante de vosotros.»
Podríamos decir que, cuando José fue vendido a los egipcios, fue “enviado” en misión para salvar a sus hermanos, tal como él se percató años después. El mal que le habían hecho sus hermanos, José se lo devolvió generosamente con el bien de salvarlos del hambre.
Hemos recibido gratis todo el perdón y la vida de Dios. Sepamos compartirlos gratis también, y pasarlos generosamente a nuestros hermanos, con la bendición de Dios
Señor Dios nuestro:
Tú nos envías a todos en misión;
la misión formidable de dar a conocer tu reino
por la forma cómo vivimos el evangelio
de Jesucristo tu Hijo.
Te rogamos que nos des
un profundo sentido de misión
y no permitas que los afanes de cada día
o el peso pegajoso de nuestras posesiones
nos alejen de dar testimonio
de que tú eres nuestro Dios
y de que Jesús es el Señor
Tú nos envías a todos en misión;
la misión formidable de dar a conocer tu reino
por la forma cómo vivimos el evangelio
de Jesucristo tu Hijo.
Te rogamos que nos des
un profundo sentido de misión
y no permitas que los afanes de cada día
o el peso pegajoso de nuestras posesiones
nos alejen de dar testimonio
de que tú eres nuestro Dios
y de que Jesús es el Señor
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