En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
El cansancio físico es fácil de restablecer; después de una jornada agotadora de trabajo, un buen sueño reparador, una mañana de relax y una sana comida nutritiva, reponen nuestras fuerzas. Pero existen cansancios que son difíciles de descansar: los cansancios del alma, los cansancios espirituales, interiores. Estos no se reponen fácilmente. Están formados por la suma de heridas afectivas, decepciones con otras personas, insatisfacciones personales, injusticias acumuladas, sueños frustrados… El cansancio del alma es duro, arrastra por el suelo toda nuestra existencia, por mucho que cerremos los ojos, no podemos huir de sus secuelas. Es necesario tratarlo.
Jesús invita a todos los cansados, a todas las personas agobiadas por los múltiples mecanismos de represión y les propone llevar otro yugo, otra carga: la de la libertad, que exige al mismo tiempo humildad y mansedumbre, es decir, honestidad personal y capacidad de diálogo y tolerancia para poder ser curados; porque la soberbia y la violencia cierran la puerta a toda posible sanación. Mientras que en la libertad que nace de la paz interior y sinceridad, el corazón humano puede descansar. Es la libertad que podemos conquistar en Jesús, si nos abrimos a Él a través de los mecanismos que citábamos antes.

Señor Dios nuestro:
María, la madre de tu Hijo Jesucristo,
estuvo siempre abierta a la palabra de Dios
con una mente y un corazón
llenos de fe y de confianza.
Hoy, en este día en que la honramos
bajo el título de Nuestra Señora del Carmen,
queremos confiarnos a ti como ella lo hizo,
meditar tus palabras y buscar en todo tu voluntad.
Haz que tu voluntad sea la nuestra,
que nos lleves a tu casa celestial guiados por aquél
que buscó siempre y en todo tu voluntad,
Jesucristo nuestro Señor.
María, la madre de tu Hijo Jesucristo,
estuvo siempre abierta a la palabra de Dios
con una mente y un corazón
llenos de fe y de confianza.
Hoy, en este día en que la honramos
bajo el título de Nuestra Señora del Carmen,
queremos confiarnos a ti como ella lo hizo,
meditar tus palabras y buscar en todo tu voluntad.
Haz que tu voluntad sea la nuestra,
que nos lleves a tu casa celestial guiados por aquél
que buscó siempre y en todo tu voluntad,
Jesucristo nuestro Señor.




No hay comentarios:
Publicar un comentario