domingo, 3 de abril de 2016

Isaías 7, 10-14; 8, 10



En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: -«No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: -«Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» 









  • «¿Acaso no os basta cansar a los hombres que cansáis también a mi Dios?»

Muchas veces no creemos suficientemente en el poder del Amor de Dios y pensamos en Él sólo desde categorías humanas. No es sólo, como dice Acaz al Profeta, evitar una tentación. Se trata, más bien, de falta de fe. Por eso el Profeta le anuncia el gran Milagro de Dios, su regalo por excelencia al hombre: la Encarnación y lo realizará en el seno de una virgen, es decir, desde la limitación humana. Y es que Dios actúa desde cada uno de nosotros y no se cansa, como nosotros, dándonos su propia vida, su propio amor.








  • «Ninguna cosa es imposible para Dios»

El pasaje de la Anunciación nos señala el comienzo del Nuevo Testamento. Hasta ahora Dios habla al hombre a través de sus profetas. A partir de ahora, lo hará por medio de su Hijo. Y lo hará cara a cara, de persona a persona, amando con las manos y corazón de hombre. Es el milagro de la Encarnación. Pero no quiere hacerlo sin el hombre, más propiamente sin el Sí libre y voluntario de una mujer virgen. Es la lógica del Amor con que Dios nos ama. Y la propuesta no está libre de dificultades. María lo sabe. Pero, al contrario de Acaz, ella es una persona de fe, que espera con todo Israel el cumplimiento de la gran profecía. Y se arriesga a una vida a contracorriente del mundo y, al mismo tiempo, consciente de que por ella precisamente llegará la Salvación para éste. El Evangelio es toda una lección de lo que en realidad significa la Fe. No nos cansemos de esperar en nuestra vida el Milagro de Dios.
¿Dudamos de Dios en los momentos difíciles y nos cerramos sólo a las posibilidades humanas?
¿Cuáles son nuestras verdaderas tentaciones respecto a Dios?
¿Tengo la disponibilidad de María ante una vocación cierta de Dios o prefiero una existencia rutinaria y mediocre?



Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.»

«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea.. 
 
 

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