-
El pan del milagro y el de la promesa
Jesús hoy proclama el discurso del pan de vida. Tiene lugar a continuación de la multiplicación de los panes y los peces. Con aquel milagro, Jesucristo consigue un éxito entre la muchedumbre muy notable. Este es el marco de referencia de la reflexión de este día.
Tan notable fue el éxito que quisieron hacerle rey. Y Jesús, a quien no le gustaba la idea en absoluto, se escabulló y huyó solo a la montaña. Se sentía contrariado. “Me buscáis –dice Jesús- no porque habéis visto los milagros, sino porque comisteis hasta saciaros”. Las gentes se han saciado de un alimento perecedero y da la impresión de que ya no quieren saber de otros alimentos, de otras necesidades. Jesús piensa en el hambre de la belleza, de la bondad, de la verdad, de la justicia, de la libertad; de la necesidad que todos tienen de querer y ser queridos, de valorar y ser valorados. Ellos buscaban sólo pan y Jesús les dio pan. Pero, a continuación, les habló de otro pan, de otro alimento, y ya no se sintieron atraídos lo más mínimo por la oferta.
Pero, Jesús les habla con claridad meridiana: “Yo soy el pan de vida”, el alimento que merece la pena, la auténtica fuerza que hace posible caminar sin equivocarse, que posibilita la libertad, y, lo que es más, la inmortalidad: “el que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed”.
-
¿Qué obras tenemos que hacer?
Y Jesús vuelve a la carga: La obra que Dios quiere es que creáis en el Hijo; que os fieis de él; que le hagáis caso. Porque la fe es don y es compromiso. Es don de Dios y es compromiso de la persona creyente. Este compromiso nos llevará a trabajar por el alimento que no perece, sin descuidar el perecedero que, a su vez, es también necesario. En la vida del creyente se impone la armonía: saber usar y valorar los bienes de aquí abajo, pero cuidando y sobrevalorando los bienes eternos. Aquéllos nos llevarán a estos. Todo en su sitio, nosotros en el nuestro y Jesús en el suyo.
¿Cómo armonizo el alimento del cuerpo y las necesidades del alma? ¿Cómo ando de coherencia a la hora de trabajar por el alimento que perdura?
Aclamad al Señor, tierra entera
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras!»
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna enteramente.
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras!»
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna enteramente.





No hay comentarios:
Publicar un comentario