miércoles, 20 de abril de 2016

Hechos de los apóstoles 12, 24-13, 5






En aquellos días, la palabra de Dios cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos. En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Círeneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: - «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado.» Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como asistente a Juan. 







  • Jesús y el Padre

Jesús aparece siempre en el Evangelio como Hijo, como el Hijo; y, en cuanto tal, enviado por su Padre al mundo, para salvarlo. Esta misión, de tal forma es asumida por Jesús, que se convierte en su misión, porque el Padre y él son una misma realidad.
Jesús aparece también glorificando al Padre. Bien entendido que glorificar al Padre no significa entregarle algo que le falte o que le enriquezca. Dios, el Padre, ya tiene toda la gloria. Lo que hace Jesús es manifestarla, y, así, nos da a conocer no sólo el rostro del Padre, sino su forma de ser y de actuar, sus actitudes hacia nosotros, sus relaciones con el mundo y con nosotros, sus criaturas predilectas.






 Jesús, en su vida y actuación, siempre remite al Padre, a la voluntad del Padre. No quiere protagonismo alguno, todo lo que hace es por mandato y voluntad del Padre que lo envió. Y lo hace contento, feliz y agradecido: “Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los sencillos…” (Mt 11,25






Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. .

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. 
 
 
 
 

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