Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
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¿Dios salvador o Dios castigador?
Las afirmaciones de Jesús hoy son terminantes: “El que cree en él –en Jesús- no será condenado”. “Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. La voluntad de Dios está muy clara. Sólo queda que nos fijemos en nosotros y veamos qué tal andamos de fe.
¿Y las obras? ¿Basta con creer y hacer, luego, lo que nos venga en gana? Las obras, cuando son buenas, son fruto y efecto, no causa, de la fe y del amor de Dios. Alguien las definió bellamente diciendo que “más que obras, son amor de Dios que, pasando por nuestras manos, se dirige a los demás”. Es la fe la que nos moverá a las obras, que, a su vez, validarán aquélla.
La fe es una virtud teologal. ¿Crees que la persona pudiera jugar también algún papel en su adquisición con una actitud de honradez, coherencia y fidelidad?
Una vez recibida, ¿qué hacer, personalmente, para mantenerla, incrementarla y. libre y respetuosamente, ofrecerla a los que no la tienen?
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. .
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. .
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
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