«Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima; lleva una vida distinta de los demás, y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios. Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»
Así discurren, y se engañan, porque los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.
Los impíos de este pasaje del libro de la Sabiduría son los que “no conocen los secretos de Dios, ni esperan el premio de la virtud, ni estiman la recompensa de una vida intachable”. Tres afirmaciones que van unidas, porque uno de los secretos de Dios es premiar y recompensar la vida virtuosa, la vida del que camina por la senda de la virtud y no del pecado. Por eso se mofan del justo que lleva una vida bien distinta de la suya y con ello denuncia la vida mala y equivocada de los impíos.
Nos es fácil identificar a Jesús de Nazaret como el “justo” de esta lectura. Y todas las afrentas y torturas a que fue sometido hasta ser condenado a una muerte ignominiosa. Pero, y en esto aciertan los impíos, Dios, su Padre, “el que se ocupa de él”, lo auxilió y lo libró del poder de sus enemigos, y lo resucitó al tercer día, recibiendo el premio de “una vida intachable”.
La lección de la vida, muerte y resurrección de Jesús nos la tenemos que aprender. El que obra bien acaba bien; el que obra mal acaba mal. El que sigue a Jesús y vive como Jesús acaba como Jesús, recibiendo el premio de la resurrección a una vida de total felicidad y para toda la eternidad.
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo librará el Señor
Él cuida de todos sus huesos,
ni uno solo se quebrará.
EI Señor redime a sus siervos,
el no será castigado quien se acoge a él
Se
cree que el libro de la Sabiduría es el último de los libros del
Antiguo Testamento, escrito unos 100 años antes del nacimiento de Jesús.
Aunque el texto cita a Salomón como autor, fue escrito por un judío
anónimo, de lengua griega, probablemente en Alejandría, Egipto. Esta
ciudad era conocida por su energía intelectual y filosófica y por su
mezcla cosmopolita de creencias y prácticas. En un tal entorno, era
normal que la minoría judía fuese cuestionada en su decisión de seguir
comprometida con su fe; de hecho, muchos se alejaron de su fe por causa
de las prácticas paganas, movimientos filosóficos seculares y por un
estilo de vida hedonista. Gran parte del libro de la Sabiduría,
incluyendo el pasaje de hoy del segundo capítulo, se ocupa de la
cuestión de permanecer anclados en la Sabiduría de Dios en vez de
aceptar el conocimiento aparente de la sociedad secular.
Tenemos ante nosotros los dos extremos: el justo fiel y el violento impío y malvado. Probablemente, los malvados a los que se refiere sean judíos no practicantes, que encuentran la conducta del justo practicante como un recordatorio molesto de su propia infidelidad. Leyendo la primera mitad de este capítulo, se puede apreciar con mayor claridad su filosofía de vida que coloca toda esperanza en el placer terrenal. En el pasaje de hoy vemos cómo se burlan de la creencia de que los justos tendrán vida con Dios después de la muerte corporal, creencia que, ya en esa época, había surgido en el judaísmo.
Leyendo este pasaje durante la Cuaresma, se nos invita a ver a Jesús como el Justo, una interpretación común a lo largo de la historia cristiana. De hecho, el lenguaje es muy similar a la del cuarto "Canto del Siervo" (Isaías 52: 13-53: 12), y parece tener eco en los relatos de la Pasión de los Evangelios (especialmente en Mateo 27: 41-44). Ambos niveles de significado nos ofrecen la oportunidad de volver nuestra mirada hacia los mundos del Antiguo y de Nuevo Testamento para examinar nuestras vidas a la luz de la Revelación. - See more at: http://www.op.org/es/lectio/2016-03-11#sthash.4tMB7Mhz.dpuf
Tenemos ante nosotros los dos extremos: el justo fiel y el violento impío y malvado. Probablemente, los malvados a los que se refiere sean judíos no practicantes, que encuentran la conducta del justo practicante como un recordatorio molesto de su propia infidelidad. Leyendo la primera mitad de este capítulo, se puede apreciar con mayor claridad su filosofía de vida que coloca toda esperanza en el placer terrenal. En el pasaje de hoy vemos cómo se burlan de la creencia de que los justos tendrán vida con Dios después de la muerte corporal, creencia que, ya en esa época, había surgido en el judaísmo.
Leyendo este pasaje durante la Cuaresma, se nos invita a ver a Jesús como el Justo, una interpretación común a lo largo de la historia cristiana. De hecho, el lenguaje es muy similar a la del cuarto "Canto del Siervo" (Isaías 52: 13-53: 12), y parece tener eco en los relatos de la Pasión de los Evangelios (especialmente en Mateo 27: 41-44). Ambos niveles de significado nos ofrecen la oportunidad de volver nuestra mirada hacia los mundos del Antiguo y de Nuevo Testamento para examinar nuestras vidas a la luz de la Revelación. - See more at: http://www.op.org/es/lectio/2016-03-11#sthash.4tMB7Mhz.dpuf
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