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Todo lo que bañe el torrente de agua que mana del Templo será sanado.
Al comienzo de la narración se tiene la impresión de que estamos ante una descripción que seguirá siendo ritual o cultual. Y de pronto ¡salta la sorpresa!
“El hombre que llevaba el cordel” invita a entrar en la corriente de agua. Mil codos, y otros mil, y aún mil más. El agua va subiendo de nivel. Y tras los últimos mil codos “ya no se hacía pie” y se retrocede.
A continuación la preciosa explicación de la función sanadora de ese torrente que corre hacia levante y que dará vida a todo aquello que sea alcanzado por la corriente. Simbolismo precioso que, posteriormente, se ha aplicado a la transformación que el bautismo realiza en nosotros.
Pero el texto también puede dar lugar a una lectura más existencial o vivencial cada vez que nos encontramos ante él:
Sentirse entrando en las aguas del torrente, experimentar la sensación de que la altura del agua crece y se va haciendo respetable, alcanzar el punto en el que “no se hace pie”… Y la pregunta emerge inesperada: ¿estoy dispuesta a entrar en ese torrente de agua que da vida hasta “no hacer pie”, hasta perder el control y dejar que sea el agua la que me lleve, y no yo la que decida hasta dónde le dejo llegar?...
Dios es mi salvación y mi fuerza.
Dios es mi salvación y mi fuerza.
Dios es mi salvador y mi fuerza
Dios Padre de misericordia, que
llamaste a tu servidor Domingo de Guzmán
a ponerse en camino en la fe,
como peregrino itinerante y predicador de la gracia,
al prepararnos a celebrar el Jubileo de la Orden,
te pedimos que infundas de nuevo en nosotros
el Espíritu de Cristo Resucitado,
para que podamos proclamar con fidelidad y alegría
el Evangelio de la paz,
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Jesús:
Que por tu gracia pueda yo reconocer siempre que eres tú quien me cura y
me conserva en el cuerpo, la mente y el espíritu. De esta forma,
confirma mi lealtad a ti como mi Dios y Señor todopoderoso y
misericordioso. Amen.
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esús:
Que por tu gracia pueda yo reconocer siempre que eres tú quien me cura y
me conserva en el cuerpo, la mente y el espíritu. De esta forma,
confirma mi lealtad a ti como mi Dios y Señor todopoderoso y
misericordioso. Amen.
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Jesús:
Que por tu gracia pueda yo reconocer siempre que eres tú quien me cura y
me conserva en el cuerpo, la mente y el espíritu. De esta forma,
confirma mi lealtad a ti como mi Dios y Señor todopoderoso y
misericordioso. Amen.
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Jesús:
Que por tu gracia pueda yo reconocer siempre que eres tú quien me cura y
me conserva en el cuerpo, la mente y el espíritu. De esta forma,
confirma mi lealtad a ti como mi Dios y Señor todopoderoso y
misericordioso. Amen.
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