miércoles, 9 de marzo de 2016

evangelio según san Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?» 



En este fragmento de Juan dan testimonio de Jesús: Juan el Bautista: un hombre (v. 33-35), las obras del Padre: los milagros (v.36) y el Padre: Dios mismo (v. 37-38). Todo profeta debía poder justificar la autenticidad de su misión por Dios y queda bien atestiguada en estos versículos. El Evangelio de Juan nos invita a escuchar la voz de Dios. Jesús conoce muy bien la voz y la faz de Dios, y quiere que experimentemos el gozo de esa intimidad de Dios ¡la ausencia de Dios es terrible para el hombre!
Al estudiar las escrituras descubrimos que Dios mantiene siempre su Alianza, metiendo su ley en nuestro pecho y escribiéndola en nuestros corazones, siendo nuestro Dios, fiel y misericordioso, y nosotros, su pueblo “de dura cerviz”.
Actualmente en nuestra sociedad, se repite la incredulidad y la falta de fe de los israelitas, tanto del pueblo en tiempos de Moisés como en tiempos de Jesús. Hemos de ir a Jesús para tener vida. Jesús es el centro y el fin de las Escrituras; desea ser el centro de nuestras vidas. Pidamos en nuestra oración que el Señor no deje de decirnos la verdad, de corregirnos y guiarnos para que vayamos a Él, para que jamás le dejemos, y para que tengamos vida eterna a su lado.








Testigos a favor de Cristo

 a liberación comienza a alborear!

No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? La liberación del exilio está ya a la puerta. El autor interpreta la puesta en marcha hacia la libertad a la luz del éxodo. La vuelta del exilio será vivida, entendida y transmitida como una nueva experiencia de éxodo. Recordar el pasado, pero sin añorarlo, porque Dios tiene poder para volver a hacer las mismas maravillas que antaño. La fe que se apoya sólo en Dios es necesario ponerla en juego en este momento en que quiere realizar algo nuevo, insiste una y otra vez el profeta-poeta. La esperanza es posible porque Dios sigue dirigiendo la historia. Es significativo verificar este dato: cuando Dios se revela a Moisés para enviarlo a la misión de liberar a su pueblo, hay una referencia a los patriarcas con el fin de alentar su esperanza. Ahora el mebaser*  que anuncia la liberación hace una referencia al pasado, al éxodo: aquel mismo Dios que estuvo presente con poder en la salida de Egipto está dispuesto a actuar ahora de nuevo. La referencia a la experiencia del pasado consolida la fe y la confianza para el presente y para el futuro. El pasado no ha de ser contemplado con añoranza; el pasado es garantía para el presente y para el futuro. Este futuro siempre será algo nuevo.


 El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas




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