«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas.
Esto dice el Señor, Dios, que crea y despliega los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, da el respiro al pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella:
«Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te he formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».
En esta Semana Santa como primera lectura leemos los cuatro cantos del Siervo de Yahvé, del profeta Isaías. Los tres primeros, del lunes al miércoles. El cuarto, en la impresionante celebración del Viernes Santo. Hoy, escuchamos del profeta aclamar al siervo que no gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. Jesús se fía del Padre y obedece su voluntad.
Señor Dios nuestro:
Tú has llamado a los hombres
a ser servidores unos de otros
en la causa por la justicia y la misericordia.
Tú nos mostraste en Jesús, tu Hijo,
qué significa servir
y cuánto nos puede costar el servicio.
Llénanos con el Espíritu de Jesús,
para que no quebremos a los débiles
ni rechacemos
a los que andan a tientas en la oscuridad.
Que él nos enseñe a servir y a amar,
con compasión hacia los desamparados
y respeto hacia los más pobres y pequeños,
juntamente con Jesucristo nuestro Señor.
Tú has llamado a los hombres
a ser servidores unos de otros
en la causa por la justicia y la misericordia.
Tú nos mostraste en Jesús, tu Hijo,
qué significa servir
y cuánto nos puede costar el servicio.
Llénanos con el Espíritu de Jesús,
para que no quebremos a los débiles
ni rechacemos
a los que andan a tientas en la oscuridad.
Que él nos enseñe a servir y a amar,
con compasión hacia los desamparados
y respeto hacia los más pobres y pequeños,
juntamente con Jesucristo nuestro Señor.
Sabemos que en estos días de Semana Santa, Jesús el Señor nos conducirá
de la muerte a la vida, si aprendemos de él a amarnos y a servirnos
unos a otros; y a vivir los unos para los otros, aun a costa de
sacrificio. Que el Señor nos dé valor para ello.
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