Oía la acusación de la gente: «"Pavor-en-torno", delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié: «A ver si, engañado, lo sometemos y podemos vengarnos de él».
Pero el Señor es ,i fuerte defensor: me persiguen, pero tropiezan impotentes. Acabarán avergonzados de su fracaso, con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado y sondeas las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza sobre ellos, pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor, que libera la vida del pobre de las manos de gente perversa.
Jesús, el Hijo de Dios, mostró en su vida y en sus obras que él no era un ser humano ordinario, incluso frente a la contradicción. Los cristianos, hijos e hijas de Dios con “h” minúscula, aun los que tomen en serio su fe, encontrarán también contradicciones y sufrimiento. Ellos no pueden transigir en sus principios, si ello fuera equivalente a traición o deshonestidad consigo mismos, con su fe, o con otros. Pero, muy bien saben ellos que están en las manos de Dios. Y sus obras hablarán por sí mismas. Que con Jesús, Hijo de Dios, sepamos llevar a cabo el trabajo y misión que el Padre nos ha confiado.
Que nuestra fe en Jesús, el Señor, sea firme e inquebrantable. Sabemos muy bien lo mucho que él ha hecho por nosotros, cómo aguantó la contradicción, cómo sufrió y murió por nosotros. Él, el Hijo amado de Dios hecho hombre, nos ha hecho hijos e hijas del Padre.
Oh Dios y Padre nuestro:
Jesús sufrió oposición
porque afirmó ser tu Hijo, el Hijo de Dios.
Que nosotros, que afirmamos también
ser tus hijos e hijas,
hagamos por amor
lo que tú quieres que hagamos,
para que la gente crea en ti y en tu Hijo,
no tanto por lo que hablamos y decimos,
sino por lo que somos y hacemos
inspirados por Jesucristo,
tu Hijo, nuestro Señor,
por los siglos de los siglos.
Jesús sufrió oposición
porque afirmó ser tu Hijo, el Hijo de Dios.
Que nosotros, que afirmamos también
ser tus hijos e hijas,
hagamos por amor
lo que tú quieres que hagamos,
para que la gente crea en ti y en tu Hijo,
no tanto por lo que hablamos y decimos,
sino por lo que somos y hacemos
inspirados por Jesucristo,
tu Hijo, nuestro Señor,
por los siglos de los siglos.





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