jueves, 22 de octubre de 2015

Lucas 12, 49-53



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla.¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.



El texto de Lucas nos presenta a Jesús que va camino hacia Jerusalén, ahí recibe una amenaza: “Herodes quiere matarte”. Una autoridad civil que tiene doble discurso, por un lado dice que quiere conocerlo (Lc 9, 9b) y por otro que quiere matarle. Jesús no huye ante la amenaza, tampoco cambia su mensaje, ni lo suaviza.
“Hoy, mañana y pasado tengo que continuar mi viaje”. Jesús permanece en la misión encomendada por su Padre y que ha acogido como propia, es consciente del peligro pero no retrocede, quiere ser fiel a su llamada, a su ser más profundo, confía.
Jesús vivió y habló como un profeta y es rechazado por el mensaje que predica. Jerusalén es ciudad símbolo de la antigua alianza y en tiempo del destierro de Israel, la reconstrucción de su templo significaba que Dios se hacía presente en medio del pueblo de Israel. Sin embargo, Jesús denuncia a Jerusalén como ciudad de muerte, “matas y apedreas a los que Dios te envía”, aquí será arrestado y ejecutado. El mensaje de Jesús “cae en saco roto”, las personas están cerradas a escuchar algo diferente a lo que ya viven, a vivir desde la clave del evangelio.
Una invitación a preguntarnos, ¿qué me motiva a permanecer en el seguimiento cuando llegan las amenzas, los conflictos?

Hna. Nélida Armas Tejera O.P. 





Mientras más seáis obedientes más estaréis en calma, tranquilos e indiferentes en cualquier oficio que os sea asignado. ( San Pablo de la Cruz )



 

Salmo 1,1-2.3.4.6

 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. 

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. 

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. 


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