Habló Moisés al pueblo, diciendo: -«Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas, y de cuyos montes sacarás cobre, entonces comerás hasta hartarte, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado.
Pero cuidado, no te olvides del Señor, tu Dios, siendo infiel a los preceptos, mandatos y decretos que yo te mando hoy.No sea que, cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres, para afligirte y probarte, y para hacerte el bien al final.
Y no digas: “Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas. “ Acuérdate del Señor, tu Dios: que es él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas, y así mantiene la promesa que hizo a tus padres, como lo hace hoy.»
Moisés recuerda al pueblo judío cómo le sacó de Egipto y le condujo a una “tierra buena: tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura; tierra de trigo y de cebada…”.
Nunca nos podemos olvidar de todos los regalos que Dios nos ha hecho empezando por la propia vida y nuestra tierra. Pero sabemos bien que el gran regalo de nuestro Dios ha sido su propio Hijo, Cristo Jesús. En Él nos ha hecho sus hijos, nos ha regalado la vida divina, somos hijos de Dios. Con su vida, muerte y resurrección nos ha mostrado el camino a seguir para tener “vida y vida y vida en abundancia”. Nos ha prometido que lo mismo que Él resucitó, vamos también nosotros a resucitar a la plenitud de la vida y de la felicidad. Y nunca nos deja solos: “Yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación de los siglos”. Cualquier momento es apropiado para dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y por los frutos de la amistad con Jesús.
Quien se eleva a Dios con gran confianza y humildad de corazón, aunque sea pobre y miserable, llega a ser, entre las manos de Dios un instrumento capaz de hacer grandes cosas. (San Pablo de la Cruz )
Salmo: 1 Cro 29, 10.
Tuyos son, Señor,
la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.
Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria.
Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.
Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria.
Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
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