En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo: «Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones. Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.»
Esta es la verdad fundamental: La iniciativa de amor arranca de Dios. Su
amor es gratuito y fiel. El pueblo de Dios está llamado a dar una
respuesta libre y gratuita al amor recibido gratuita y generosamente.
Por pura iniciativa suya, Dios Padre, fuente y origen de todo auténtico
amor, nos busca y se nos da a sí mismo. ¿Y quiénes se abren a su amor?
No los auto-satisfechos y autosuficientes, porque no sienten necesidad
ni de Dios ni de los hombres. Su orgullo les impide aceptar el amor.
Pero, por el contrario, los débiles y humildes pueden abrirse al amor de
Dios, porque son conscientes de la pobreza de su amor; saben que son
frágiles y vulnerables. --- Dios busca nuestra respuesta de amor. Esta
respuesta debe incluir necesariamente el que mostremos a los que viven
con nosotros un poco del calor del amor que recibimos de él. Deberíamos
permitir a los hermanos acercarse a nosotros, como Cristo dejaba a todos
acercarse a sí para aliviar sus cargas.
Oh Dios Padre, Dios con corazón:
Tú has hecho visible tu amor en tu Hijo,
hombre como nosotros excepto en el pecado,
y por medio de él te has unido a nosotros
con un vínculo de amor fiel.
Acepta nuestra acción de gracias
y ayúdanos a reflexionar sobre tu mismo amor,
para que, como tú y como tu Hijo Jesús,
no tengamos miedo de mostrar
afecto y preocupación por nuestros hermanos
y de prestarles generoso servicio
aunque el hacerlo nos traiga inconvenientes.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Tú has hecho visible tu amor en tu Hijo,
hombre como nosotros excepto en el pecado,
y por medio de él te has unido a nosotros
con un vínculo de amor fiel.
Acepta nuestra acción de gracias
y ayúdanos a reflexionar sobre tu mismo amor,
para que, como tú y como tu Hijo Jesús,
no tengamos miedo de mostrar
afecto y preocupación por nuestros hermanos
y de prestarles generoso servicio
aunque el hacerlo nos traiga inconvenientes.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
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