jueves, 4 de junio de 2015

Evangelio según san Marcos (12,35-37):



En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: «¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»
La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.





 Sería bueno repensar de qué modo transmitimos el mensaje, el hermoso mensaje de Jesús. Esto va no solo para los sacerdotes; también para todos los que se consideran creyentes. Porque somos el reflejo de Dios, porque somos la voz de Dios, porque según vivamos y hablemos, la gente verá al verdadero Jesús o una imagen distorsionada.






 Creemos en Jesucristo, nacido de María Virgen, que es uno de nosotros, tan humano, pero que es más que una simple persona humana: El es Hijo de Dios y Salvador nuestro






 Señor, Dios nuestro, la persona que entregó su vida para liberarnos de nuestras limitaciones humanas y para permitirnos vivir en tu Reino es tu Hijo mismo y Señor nuestro, Jesucristo. Danos auténtica sabiduría para aceptarle como el Señor de nuestras vidas y como tu presencia amorosa entre nosotros. Que él nos dirija hacia ti, Dios nuestro, por los siglos de los siglos.



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