En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Defensor,
que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede
del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis
testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de
esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún,
llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto
a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os
he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que
yo os lo había dicho.»
Jesús era el testigo fiel del Padre que nos mostró, de forma
comprensible para el pueblo, cómo es Dios, pero ello le costó su vida.
Por medio de su Espíritu hará a los apóstoles testigos también. Ellos
han visto, por lo tanto TIENEN QUE hablar. Ellos creen, por lo tanto
DEBEN hablar y actuar. Gracias a la fuerza del Espíritu, no tendrán
miedo de nada ni de nadie. --- Todos y cada uno de los cristianos
estamos llamado a ser tales testigos.
Señor, envía tu Espíritu a tu Iglesia, para que sin miedo dé testimonio de que tú has resucitado
Con frecuencia necesitamos arrojo y fortaleza para ser testigos de
Jesucristo y de su evangelio. Si el evangelio contradice a la “opinión
publica”, ¿quién sino el Espíritu de la verdad puede darnos el arrojo
para hablar claro?
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