En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido, pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por su nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos: pero las ovejas no los escuchaorn. Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago: yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»
La palabra de hoy destaca la novedad y originalidad de Jesús como
pastor. Tiene una relación personal con sus seguidores. Conoce a cada
uno; los discípulos conocen su voz, de otorgan una gran autoridad, le
siguen. Existe una relación de conocimiento recíproco. Existe una
relación personal entre Cristo y los cristianos.
El rasgo que supera más abiertamente la imagen es precisamente el de dar
la vida por lo suyos. En esa actitud y más tarde hecho fundamental
Jesús es un pastor del todo original y creativo. Da la vida por mí, por
cada uno.
Después de hacer un esfuerzo por comprender lo que dice el texto, la
pregunta siguiente es: ¿Qué me dice a mí? ¡Señor, ¿qué quieres que
haga?!
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