viernes, 17 de junio de 2016

Mateo 6, 19-23





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! » 






 Una vez más Jesús toca el tema del dinero. Porque sabe que el dinero tiene un gran poder de atracción sobre el hombre y su mal uso produce en él estragos devastadores. Ahí tenemos los muchos casos de corrupción económica que cada día nos sirve la prensa. Cuántas personas han destruido sus vidas por el afán del dinero. Por eso, hoy Jesús nos pide que no tengamos como ideal de nuestra vida acumular tesoros en la tierra, porque nunca el dinero nos puede dar la felicidad que todos anhelamos, además de que los ladrones los pueden robar. Nos pide que amontonemos tesoros en el cielo, es decir, que amontonemos amor en nuestro corazón, porque la única “moneda” que va a circular en el cielo es el amor, y es también la única “moneda” que en la tierra nos puede proporcionar la alegría y el gozo de vivir.





 No es de extrañar que Jesús nos recuerde que “donde está tu tesoro allí está tu corazón” y que ese tesoro sea el amor. En múltiples ocasiones, nos pide que amemos a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. El amor es el gran tesoro que hace al hombre más humano, más divino, más feliz.




El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.» 

«Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» 


Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: «Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré porque la deseo.» 


«Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido. A sus enemigos los vestiré de ignominia, sobre él brillará mi diadema.»  



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