jueves, 17 de diciembre de 2015

Mateo 1,18-24:


El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.



El asustado José, que no se esperaba la noticia del embarazo de su desposada María, quedó tranquilo, y suponemos que maravillado, después de las explicaciones del ángel. El hijo que llevaba en sus entrañas María era obra del Espíritu Santo, era el Enmanuel “el Dios con nosotros”. Para empezar el Dios con él y con María. Tuvieron en su hogar al Hijo de Dios.
Por supuesto, también el Dios con todos nosotros. Vino a esta tierra por nosotros, para regalarnos su luz y así disipar muchas de nuestras tinieblas y dudas que, a veces, nos asaltan.
Vino por nosotros, para regalarnos su amor y mostrarnos así el camino de amor que hemos de transitar en nuestra existencia terrena. Vino por nosotros, para decirnos que nuestra vida no acaba con la muerte, que quien le sigue resucitará y vivirá para siempre. El Hijo de Dios y de María, “el Dios con nosotros” vino para quedarse para siempre con nosotros, como nos lo demuestra en cada eucaristía, para que en todos los momentos, en los buenos y en los otros, podamos contar con su presencia amorosa. Dios ha hecho maravillas no solo con María sino con todos nosotros. Que la gratitud inunde nuestros corazones.


Comienza haciendo lo necesario; luego haz ,lo posible y de repente estarás haciendo lo imposible.(San francisco de Asis)

Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén! 



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