miércoles, 23 de diciembre de 2015

Lucas 1,67-79:



En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»


  • Nos visitará el sol que nace de lo alto

«Zacarías lleno del Espíritu Santo», es esta plenitud de Espíritu la que lleva a Zacarías a profetizar, a hablar movido por la acción de Dios, a entonar un himno individual, con el que celebra los beneficios de Dios a favor de su pueblo.
La redención que Zacarías profetiza es la realización de la promesa que Dios hizo a Abraham, y que María proclamó en el Magníficat.
El Espíritu de Dios ilumina a Zacarías sobre la misión de su hijo y sobre el futuro que con él se anuncia.
Zacarías alaba a Dios con citas del Antiguo Testamento, pero que están dotadas de nuevo contenido pues:
• por una parte es un cántico escatológico que anuncia los grandes hechos de Dios a favor de los hombres, y,
• por otra parte es un cántico natalicio que formula parabienes por el día del nacimiento del niño, y, anuncia la misión de este niño cuando sea ya mayor.
La respuesta humana a las obras de Dios no puede ser sino la alabanza de Dios.
Dios escogió a Israel entre todos pueblos de la tierra, como pueblo de su propiedad, lo ha guiado con especial amor, y lo ha destinado a ser una bendición para todos los pueblos.
Dios quiere intervenir en la historia de su pueblo aportando la salvación por medio del Mesías. Juan preparará su venida y su obra salvadora y redentora.
Alborea ya el tiempo mesiánico, el pueblo empieza a palpar la misericordia con que Dios se interesa por su pueblo.
Por la misericordia de Dios “mañana” a todos nos despertará “la Aurora de lo alto”: EL MESÍAS.
Podemos preguntarnos:
¿Cuál es mi aportación a la obra salvadora de Dios?
¿Espero ser iluminado por el SOL que nace de lo alto?




Es en el dar que recibimos.
(San Francisco de Asis)

Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.»

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. 



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