jueves, 26 de noviembre de 2015

Lucas 21, 20-28



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.


Al leer el texto del evangelio de hoy nos puede remover porque refiere a castigo, venganza, amenazas. Pero no olvidemos que se trata de un género literario apocalíptico, la conjugación verbal que utiliza es en futuro (“estén ... habrá ... caerán ... será … ”) y recurre a imagenes y visiones para describir, en este caso, la caída de Jerusalén.
Jerusalén ha sido la ciudad simbolo de la alianza de Dios con su pueblo, donde el templo era lugar de la presencia de Dios. Sin embargo, es en Jerusalén donde Jesús y su buena noticia han sido rechazados. Lucas nos viene a decir que aunque parezca que llega el fin por la destrucción de esta cosmovisión no todo está destruido. Aunque determinadas mediaciones humanas desaparezcan y parezca desde fuera que todo está perdido hay una certeza, “cuando empiecen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza porque se acerca su liberación”.
Ante ciertas experiencias vitales y sociales donde surgen las sensaciones de decepción, impotencia y abondono y las fuerzas psiquicas y físicas se perciben disminuidas parece que humanamente no se puede más y sólo queda esperarlo todo de aquel en quien se confía. Como dice el salmo 26 “Espera en el señor, sé fuerte; ten ánimo”. Se despunta una manera nueva de vivir, de autocomprendernos y de vivirnos en Dios que habita en cada persona. “Voy a hacer algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan?” Is 43,19.

 

Dejad reposar vuestra alma en Dios con una dulce atención amorosa, en un sagrado silencio de fe y de amor.( San Pablo de la Cruz)





Daniel 3,68.69.70.71.72.73.74 

Ensalzadlo con himnos por los siglos



Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor. 

Témpanos y hielos,
bendecid al Señor. 

Escarchas y nieves,
bendecid al Señor. 

Noche y día,
bendecid al Señor. 

Luz y tinieblas,
bendecid al Señor. 

Rayos y nubes,
bendecid al Señor. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario