Escuchad, reyes, y entended; aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; prestad atención, los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de súbditos; el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo: él indagará vuestras obras y explorará vuestras intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá sobre vosotros, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un control riguroso. Os lo digo a vosotros, soberanos, a ver si aprendéis a ser sabios y no pecáis; los que observan santamente su santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda. Ansiad, pues, mis palabras; anheladlas, y recibiréis instrucción.
El autor del libro de la Sabiduría nos da una lección sobre el comportamiento que han de seguir quienes ostentan el poder, especialmente los reyes y gobernantes. Es importante, les dice que tomen conciencia que «del Señor habéis recibido el poder, del Altísimo la soberanía; Él examinará vuestras obras y sondeará vuestras intenciones». De modo que han de comportarse como ministros del Señor, no como poderosos absolutos e independientes, pretendiendo endiosarse y magnificando su autoridad. Porque Dios les pedirá cuentas de sus obras y con más rigor que a los demás, pues les fue concedida una responsabilidad y posición superior que a los demás. Su juicio será más severo y exigente por esa dignidad recibida, mientras que el Señor tendrá mayor piedad y perdón con el pequeño sometido al poder.
Esta es una lección que vale para todo el que se siente con preferencia o ascendencia sobre otras personas menos favorecidas. Aprender la Sabiduría de Dios, el recto juicio, la piedad y la compasión, son lo que Dios entiende por gobierno del Pueblo. «Porque los que guardaren santamente las cosas santas, serán reconocidos por santos, y los que se dejaren instruir por ellas, encontrarán defensa». Esta es también la sabiduría que Jesús nos enseña cuando nos dice «no he venido a ser servido, sino a servir»; o cuando contesta a los Zebedeos: «el que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo»; o tantas otras palabras y actos de Jesús que podemos recordar.
La sabiduría y la salvación que Jesús nos enseña y nos trae es la del servicio, la de la cruz. Dejarlo todo en este mundo, despegarse de toda atadura que condicione nuestra vida de servicio a los demás; dejar todos los lazos que nos incapacitan para la generosidad y la entrega a los demás y vivir la alegría de darse gratuitamente y de todo corazón, porque en los otros encontraremos la sabiduría de Dios.
Las cruces y las penas mantienen el alma en humildad, hacen recurrir a menudo a Dios y practicar las más bellas virtudes cristianas, por las que el alma llega a ser querida por Dios y digna esposa del crucificado. (San Pablo de la Cruz )
Salmo 81,3-4.6-7
Levántate, oh Dios, y juzga la tierra
«Proteged al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable.»
Yo declaro: «Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos,
moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos.»
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable.»
Yo declaro: «Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos,
moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos.»
santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda. Ansiad, pues, mis palabras; anheladlas, y recibiréis instrucción.
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