Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?»
Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
Jesús está hablando a sus discípulos, y también hoy nos habla a nosotros, del día de la manifestación del Hijo del Hombre. Jesús no pretende asustarnos, sino que nos llama a conversión. Nos anima a no dejarnos dominar por las cosas terrenas, sino a vivirlas con la mirada puesta en el Cielo, pues esta vida terrenal es provisional, nuestra meta y nuestra esperanza es el Cielo.
El Señor nos invita a despertar nuestras conciencias dormidas y acomodadas, y a que cambiemos nuestras actitudes ajustándolas a la voluntad de Dios. Tenemos que vivir como si cada día fuera el día del juicio, siempre dispuestos a dar cuentas de nuestra vida a Dios, pues no sabemos ni el día ni la hora en que llegará el Señor.
Procuremos estar preparados y vivir en constante conversión, para que no nos pase cómo les pasó a los contemporáneos de Noé y de Lot, que vivían mundanamente, centrados en sí mismos sin tener presente a Dios, y las consecuencias fueron nefastas. Y es que cuando nos olvidamos de Dios y vivimos como si Él no existiera nuestra vida es un caos.
¡Cuánta gente vive hoy como en los tiempos de Noé y Lot! De una manera materialista, pues los hombres siguen ocupados en los grandes afanes de la vida: dinero, diversión, sexo, modas, comida, etc… Pero los que tenemos puesta nuestra fe en Cristo sabemos que la felicidad no está en vivir para nosotros mismos sino que estamos llamados a dar la vida por los demás.
Aspiremos a los bienes de arriba y no a los de la tierra. Estemos vigilantes y acojamos la gracia que Dios nos da cada día para nuestra conversión, así podremos estar entre "los que se llevarán".
Si tenemos nuestro corazón levantado a Dios, Él nos hará saltar sobre las montañas para que no desechemos de nuestro corazón sus santas y divinas inspiraciones.(San Pablo de la Cruz)
Salmo 18,2-3.4-5
. El cielo proclama la gloria de Dios
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los limites del orbe su lenguaje.
el firmamento pregona la obra de sus manos
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los limites del orbe su lenguaje.





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