jueves, 19 de noviembre de 2015

Lucas 19, 41-44



En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»


Nos encontramos ante un momento dramático y paradójico, muchos le han aclamado a la entrada en Jerusalén, pero no han terminado de comprender cuál es el Reino que Jesús les proclama. Ellos piensan en él como un rey que vendrá a destruir por la fuerza y con poder, el dominio al que están sometidos, pero no han sido capaces de entender cuál es el mensaje de salvación que Él les trae de parte de Dios.
Y es precisamente el no vivir según el proyecto de Dios, por lo que más adelante Jerusalén será destruida, tal como pasa en nuestro mundo: el deseo de poder, los celos, la envidia, la división nos lleva a las guerras y a la destrucción de la socieda, tal como vaticina Jesús para Jerusalén.
Jesús llora, podemos imaginarlo como un padre incluso desesperado e impotente, porque ha intentado transmitir a su hijo y hacerle entender cuál es el camino, pero éste no ha comprendido nada, igual Israel, y de forma concreta Jerusalén la ciudad santa. Dios ha venido a su pueblo, y su pueblo todavía sigue dirigiendo su mirada al fasto y lujo del templo y a todo lo que le rodea. No han sabido ver lo que Jesús les presenta, están más pendientes de que se cumplan sus deseos de la forma que ellos piensan, que de abrir sus ojos y descubrir que Dios está en medio de ellos.
¡Cuántas veces no vemos los acontecimientos desde una mirada creyente y de fe, y dejamos que el Señor pase, sin siquiera percatarnos que Él está actuando en medio de nosotros; sino que estamos más pendientes de que las cosas sucedan a nuestra manera!



 Tened miedo de vosotros mismos; no os fiéis. Quien confía en sí mismo está ya caído.( San Pablo de la cruz )


Salmo 49,1-2.5-6.14-15 

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios


El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece.

«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.» 


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