domingo, 7 de febrero de 2016

Reyes 8,1-7.9-13



En aquellos días, Salomón convocó a palacio, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a los jefes de tribu y a los cabezas de familia de los israelitas, para trasladar el arca de la alianza del Señor desde la ciudad de David, o sea Sión. Todos los israelitas se congregaron en torno al rey Salomón, en el mes de Etanín (el mes séptimo), en la fiesta de las Tiendas. Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes cargaron con el arca del Señor, y los sacerdotes levitas llevaron la tienda del encuentro, más los utensilios del culto que había en la tienda. El rey Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel reunida con él ante el arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.
Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza del Señor a su sitio, al camarín del templo, al Santísimo, bajo las alas de los querubines, pues los querubines extendían las alas sobre el sitio del arca y cubrían el arca y los varales por encima. En el arca sólo había las dos tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas, al salir de Egipto. Cuando los sacerdotes salieron del Santo, la nube llenó el templo, de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando, a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo. Entonces Salomón dijo: "El Señor puso el sol en el cielo, el Señor quiere habitar en la tiniebla; y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre."




Una de las grandes realizaciones de Salomón fue la terminación de uno de los proyectos de su padre David: construir un templo para Dios. La dedicación del templo de Salomón es un paso adelante en la gracia de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Israel sabía que no podía representar a Dios bajo imagen alguna, porque nada hay en todo el cielo y en la tierra que se le pueda parecer. También sabía que ningún lugar del cielo ni de la tierra puede acotar su presencia. Pero en el arca, depositada en el templo, estaban las tablas, testimonio de la alianza de Dios con su pueblo. Alianza que había mantenido la esperanza del pueblo de Israel. De ahora en adelante todo el pueblo de Israel sabrá que el Señor, aunque sea en la tiniebla, hace residir allí su presencia y su gloria. Y la nube que se extiende por todo el templo, que lo cubre todo, así lo confirma. Parece que Dios se complace con la iniciativa de Salomón.
El relato parece confirmar el deseo de un Padre que en Jesús plantará su tienda entre nosotros. Ya no será una nube, sino Él mismo. Dios ya no sólo habitará en el Templo ni en las tinieblas. Su morada especial somos nosotros mismos. Nos quiere de su familia y de su linaje, hijos. Y nosotros hemos aceptado su deseo. Pero, ¡ojo!, aceptar su deseo, nos libera, nos da esperanza, nos humaniza, nos da Vida… nos COMPROMETE.





Hay una paradoja en el centro de la fe porque la fe es fuerte y seguro en su comprensión de la verdad y, al mismo tiempo oscura y misteriosa. La fe, como dice San Pablo, significa "ver en un cristal oscuro ' Esta paradoja es expresado con mucha fuerza por la nube oscura en el que habita Dios. La presencia de Dios es cierta - ¿quién podría dudar de la presencia de una nube oscura? Pero la naturaleza de Dios, lo que contiene la nube, el "rastro" de Dios, permanece oculto. Nadie puede ver a Dios y vivir, la Biblia nos dice, y, en otro texto, "verdaderamente usted es un Dios que se esconde su propio ser. -


Padre creemos que revele su presencia en muchas formas, en todo lo que se ha creado un especial en los que nos llaman a cuidar. Fortalecer nuestra conciencia de su presencia con nosotros, especialmente en los momentos más oscuros de nuestras vidas, para que siempre que podemos reconocer en la cara de su Amadísimo Hijo, Jesucristo. Hacemos esta oración por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén. 






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