Moisés habló al pueblo, diciendo: «Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás; el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para conquistarla. Pero, si tu corazón se aparta y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás muchos años en ella. Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra; te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición. Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que había prometido dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob.»
Cada circunstancia por pequeña que sea, por oculta que esté, es una invitación a ejercitar el maravilloso poder que todo ser humano tiene, el poder de elegir. Se nos invita a elegir y penetrar en la corriente del amor y a dejar a su vez que esta corriente empape todas las capas de nuestro ser, hasta llegar a la plenitud, la mutua inhabitación: nosotros en Él y Él en nosotros.
Elegir, elegir bien, elegir hacer el bien y perseverar en esta elección, es un desafío continuo, es una posibilidad de crecer a cada instante. Implica silencio para escuchar al Espíritu Santo, docilidad para seguir sus inspiraciones, perseverancia para no abandonar el camino ante las dificultades. Y, en el caso de no saber qué hacer, implica buscar un consejero adecuado, de esos que están “pegados” a Dios y que por connaturalidad con Él pueden enseñarnos a discernir y a elegir.
¡Todo esto nos supera! (¿Silencio…? en medio de tantas actividades y ruidos exteriores e interiores. ¿Docilidad…? cuando el que impone su criterio es el que “gana”. ¿Pedir consejo…? ¿Cuándo se ve la autosuficiencia como valor? ¿Perseverar…? Cuando la fidelidad no está de moda.) La clave la encontramos en la respuesta al salmo 1,1-4.6: ¡Confiar en el Señor! Porque Él nos llamó a la vida, porque se hizo Camino para llevarnos al Padre, porque es la Palabra que nos consuela, porque con su Espíritu nos defiende del Acusador que busca nuestra perdición.
Todo viaje implica hacer opciones. Cuándo, dónde, cómo: son detalles que deben ser estudiados cuidadosamente para que poder llegar al destino deseado. La "hoja de ruta" para el discipulado sólo contiene unas pocas palabras. Se nos pide que nos neguemos a nosotros mismos y tomemos la cruz. Hay un elemento más que es esencial para un buen viaje: la necesidad de volver a examinar nuestras opciones cada día. Nuestra tranquila fidelidad nos ayuda a cumplir con las exigencias de cada nuevo momento, mientras seguimos a Cristo en nuestro "viaje a Jerusalén. La cruz es una cruda realidad, a menudo inesperada y nunca bienvenida. No hay respuestas fáciles; sólo existe nuestra voluntad de elegir la aceptación. Mientras, miramos a Cristo Jesús, que se vació por completo a sí mismo. La abnegación es cada vez más difícil en un mundo que se adora a sí mismo. Siempre que hay un informe de un evento o momento histórico, se nos presentan literalmente imágenes de cientos de teléfonos celulares en alto, con los que los presentes intentan convertirse en foco de atención y formar parte de aquello que está pasando. El símbolo del "selfie" de los teléfonos celulares puede indicar una actitud de "egoísmo" directamente opuesto al vaciamiento que Cristo Jesús simboliza con su cruz. Independientemente de las decisiones que hoy se nos presenten: ¿Qué símbolo describirá mejor mi respuesta? ¿Qué actitudes me ayudarán a completar mi viaje?
Querido Dios: ¡ayúdanos a ser fieles! Cada día Tu nos das fuerza y valor para seguir a Jesús a través de la negación de sí mismo y la aceptación de la voluntad de Dios. Danos un corazón generoso y quédate con nosotros para compartir nuestras cruces y darnos consuelo y paz. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén -



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