miércoles, 3 de febrero de 2016

evangelio según san Marcos (6,7-13):



En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. 
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» 
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. 


El texto de hoy es uno de esos que nos acerca al nacimiento de la Iglesia, comunidad misionera: Jesús envía a los Doce, a los que reviste de su autoridad, y les encomienda el anuncio del Reino. El Espíritu del Maestro les habilita para ser cauce de los mismos signos que Marcos ha ido constatando en Jesús: los demonios dejan de molestar a los hijos de Dios y muchos enfermos alcanzan la curación. Si leemos los versículos con que Marcos cierra su obra (16, 15-20) encontraremos palabras parecidas aplicadas a nosotros, los discípulos que hemos venido después: “en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes…”.  Me atrevo ahora a citar a Juan. Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos: muchos hermanos nuestros han hablado y hablan esas lenguas; otros han sobrevivido a las serpientes, han echado los demonios. Han estado y están entre nosotros: son hombres y mujeres que han perdonado lo que parecía imperdonable, que han resistido limpios a todo tipo de corrupción, que han servido y servido sin esperar aplauso alguno…



Envío misionero: Jesús quiere que sus discípulos vivamos sin seguridad y sin poder humanos, para así ser libres para llegar a la gente en la situación de su propia vida y para estar libres para predicar y ser testigos del evangelio, sin ambigüedad alguna. 



Señor Dios nuestro:
Para ir a los pobres y hacerles libres,
tus discípulos tienen que ser creíbles
siendo personas libres ellos mismos.
Te pedimos hoy nos otorgues un espíritu de pobreza
que nos haga libres y disponibles
para liberar a todos los encarcelados
por el pecado y las fuerzas del mal.
Que así lleguemos a ser  auténticos testigos
del evangelio de Jesucristo,



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