¡Venga tu Reino!
El evangelio nos propone la oración del PN en su versión mateana, dentro del del sermón del monte donde encontramos elementos significativos para los seguidores de Jesús. Él no pretende proponer una fórmula de oración sino un estilo, unas claves para orar. Analizar la oración nos permitirá descubrirlas. En la oración del Padre Nuestro encontramos una invocación, y dos partes: una centrada en Dios (tú) con tres deseos, y otra centrada en el ser humano (nos) con cuatro peticiones.
En la invocación nos dirigimos a Dios como Padre/Madre y como nuestro, es decir formando parte de una comunidad; Un Dios que escapa a nuestro control, a nuestros esquemas que está en el cielo. Seguidamente hay un deseo introductorio: santificado sea tu Nombre y un gran deseo: venga tu Reino y su explicitación: hágase tu voluntad. Que venga su Reino y se haga su voluntad en nosotros y en este mundo, es apuesta segura por la felicidad. Lo han mostrado las bienaventuranzas al inicio del Sermón del monte (5,1- 12). El Reino de Dios es el gran proyecto de fraternidad para el ser humano El deseo de Dios es que el hombre, la mujer, tengan vida y vida en abundancia.
A continuación las tres peticiones responden a nuestras necesidades existenciales. Pedimos el pan de cada día y con él la luz, la fuerza, los recursos necesarios para afrontar el momento presente. Pedimos el perdón que nos permite renovarnos, iniciar el camino sin el polvo del camino que se nos va pegando: perdona nuestras ofensas; esta petición la hacemos condicionada por nuestro perdón a los demás: como perdonamos a los que nos ofenden. Pedimos también permanecer en el seguimiento de Jesús y que las tentaciones que nos encontremos no nos hagan pararnos o alejarnos del camino: no nos dejes caer en la tentación. Por último, pedimos que nos libre del mal para poder llevar esto a cabo. El Padre nuestro recoge los elementos esenciales para dirigirnos a Dios, “porque no oramos porque seamos buenos, oramos porque somos pobres”. ¿Recito el Padre Nuestro de forma rutinaria o soy consciente de lo que estoy pronunciando?
Jesús nos ofrece un radical cambio de perspectiva: la oración se hace para descubrir que Dios es un Padre que nos ama y desea intensamente establecer comunión con cada uno de nosotros; no oramos principalmente para obtener la satisfacción de determinadas necesidades. Orar no es cuestión principalmente de palabras sino de amor. Un amor que ciertamente se puede expresar con palabras, pero también con un silencio preñado de deseos, preocupaciones, aspiraciones....Un silencio que envuelve progresivamente toda la vida transformándola en una única e incesante oración. Así lo viven las personas que van profundizando en su fe.
De ahí que un primer aspecto que debemos tener en cuenta cuando hablamos con Dios es la confianza. Pero el Señor nos advierte: No charléis mucho. Y es que los hijos, cuando hablan con sus padres, no lo hacen con razonamientos complicados, ni diciendo muchas palabras, sino que con sencillez piden todo aquello que necesitan. Siempre debemos tener la confianza de ser escuchados porque Dios que es Padre nos ama y nos escucha. De hecho, orar no es informar a Dios, sino pedirle todo lo que necesitamos, ya que vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
El Padrenuestro es un resumen de la vida cristiana. Una oración filial pero también fraterna, porque nos enseña a perdonar y a ser perdonados: si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
Señor, perdona que tantas veces nos dirijamos a Tí distraidamente, mientras millones de personas viven atenazados por la angustia, simplemente porque nadie les ha dicho que Tú los amas con ternura de padre. No permitas que desperciciemos el gran don de poderte invocar con la seguridad de ser escuchados, porque somos tuyos y Tú eres nuestro Padre. Amen. -