viernes, 18 de septiembre de 2015

Lucas 8,1-3





En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes. 




El evangelista Lucas nos presenta en este breve pasaje la pequeña comunidad itinerante que acompañaba a Jesús en sus viajes de predicación: los Doce y algunas mujeres.
A los Doce, sabemos por el Evangelio, que los llamó el Señor uno por uno y que dejándolo todo lo siguieron. De ellas, de las mujeres, no se dice cómo recibieron la invitación a seguirlo o si ellas se apuntaron por su cuenta. Sin embargo, sí comprendieron que para seguir al Señor había que dejarlo todo, es decir no debían tener nada en posesión, así leemos en el texto, que lo ayudaban con sus bienes, o sea, que pusieron sus posesiones al servicio de Jesús y de la comunidad.
 La codicia es la raíz de todos los males, porque el dinero esclaviza y nos impide vivir en libertad. El que está apegado a los bienes no puede servir al Señor, porque estará preocupado de aumentarlos y su corazón se cerrará a las necesidades de sus hermanos. Ellas lo entendieron bien.
Las mujeres de las que nos habla San Lucas son ejemplo para nosotros de un servicio agradecido. Jesús las ha curado y eso mueve en ellas el deseo de seguirlo de manera incondicional, de servirlo y de ayudarlo con sus bienes.




Es mejor no hacer caso del propio juicio ni de las propias impresiones; es necesario temer y vigilar, buscando hacer sólo la voluntad de Dios.

( San Pablo de la Cruz )

 Salmo 48

 Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos

 

 ¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz. 

 

 



jueves, 17 de septiembre de 2015

Timoteo 4, 12-16






Querido hermano: Nadie te desprecie por ser joven; sé tú un modelo para los fieles, en el hablar y en la conducta, en el amor, la fe y la honradez. Mientras llego preocúpate de la lectura pública, de animar y enseñar. No descuides el don que posees, que se te concedió por indicación de una profecía con la imposición de las manos de los presbíteros. Preocúpate de esas cosas y dedícate a ellas, para que todos vean cómo adelantas. Cuídate tú y cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan. 



Timoteo aparece como animador de la comunidad de Éfeso, en ausencia de Pablo, que se siente urgido a aconsejarle sobre el modo en que debe situarse y actuar para poder llevar a cabo su tarea.
Es posible que las recomendaciones concretas las formuláramos hoy de otro modo. También ofrece dudas que la buena conducta de Timoteo parezca tener como objetivo “que todos vean cómo adelantas”. Y sobre todo, sabemos todos -y el mismo Pablo lo deja meridianamente claro en pasajes clave de sus cartas- que nuestras obras no nos salvan y muchísimo menos aún salvan a otros.
Hay, sin embargo, una indicación que percibo que es actual siempre y que podemos retomar cada día: “No descuides el don que posees”.
Una propuesta que contiene matices cuyo recuerdo puede movilizar, activar, dinamizar nuestra actitud vital en los diversos momentos o etapas por las que cada una de nuestras vidas discurre.
En primer lugar la conciencia agradecida de que hemos recibido un don. Lo que somos, lo que tenemos, lo que podemos conseguir, lo que vamos realizando en la vida, es fruto del don recibido de Dios. No nos podemos poner medallas porque no somos los “autores” de nuestras capacidades. Las hemos recibido.
Pero en la advertencia de Pablo hay un matiz que sí nos concierne de manera personal: “no descuides”. La responsabilidad de “poner en marcha” y mantener activo ese don que hemos recibido. Porque lo que sí es cierto es que “mi don” nadie sino yo puede ejercitarlo y ponerlo a disposición del bien común.
Ojalá podamos olvidar disculpas, argumentos pomposos, hiperactividad, cansancios… y recordar cada mañana que el don está ahí, y el Señor también para sostenernos en nuestro deseo de hacerlo fructificar.
Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P. 








Cuando os parezca gozar en las penas y en los desprecios, no hagáis caso, pues el demonio podría tentaros de vanidad.

( San Pablo de la Cruz )

 


Salmo 110,7-8.9.10 

Grandes son las obras del Señor 

 

 Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre. 

 




miércoles, 16 de septiembre de 2015

Lucas (7,31-35):






En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.» 








Lucas ofrece -en este capítulo- en cuatro relatos una primera presentación del alcance de la obra salvadora de Jesús el cual, en estos versículos, se lamenta sobre la generación presente preguntándose: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación?»
Las personas de hoy en día no sabemos lo que queremos. Somos como «el perro del hortelano», que ni come ni deja comer. No sé si eso es por naturaleza, por capricho, por acedia; pero estoy cierto en que sí es por pérdida de valores y principios orientadores. Nos preocupamos tanto por el tener y el estar que nos olvidamos del ser. Pero nosotros, los cristianos, tenemos una palabra que decir ante todo esto: Jesús. En Él vemos concretada nuestra brújula vital y viviendo de manera sincera -con nuestras capacidades y limitaciones- nos convertimos en brújula para otros.
La salvación tiene un inicio concreto y ahora estamos en un mes de comienzos: académico, jurídico, político, televisivo, colecciones… Quizá sea un buen momento también para comenzar a tomar conciencia de este gran acontecimiento histórico y existencial dando gracias a Dios de todo corazón.
¿Cuál es nuestra actitud en la celebración de la Eucaristía? ¿Cumplimiento? ¿Relación de amistad salvífica?
¿Pertenezco a la generación que predica la obra salvadora de Jesús?



Juan Jesús Pérez Marcos O.P.   






Permaneced en el estudio y mediación de vuestra nada, de vuestros pecados, de vuestras miserias, todo cuanto podáis; dejando vuestra alma en libertad para seguir los atractivos amorosos del Espíritu Santo.

(San Pablo de la Cruz)

Salmo 110,1-2.3-4.5-6 

Grandes son las obras del Señor 

 

 Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento, a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.  

 

lunes, 14 de septiembre de 2015

Timoteo 3, 1-13







Querido hermano: Está muy bien dicho que quien aspira a ser obispo no es poco lo que desea, porque el obispo tiene que ser irreprochable, fiel a su mujer, sensato, equilibrado, bien educado, hospitalario, hábil para enseñar, no dado al vino ni amigo de reyertas, comprensivo, no agresivo ni interesado. Tiene que gobernar bien en su propia casa y hacerse obedecer de sus hijos con dignidad. Uno que no sabe gobernar su casa ¿cómo va a cuidar de una asamblea de Dios? Que no sea recién convertido, por si se le sube a la cabeza y lo condenan como al diablo. Se requiere, además, que tenga buena fama entre los de fuera, para evitar el descrédito y que lo atrape el diablo. También los diáconos tienen que ser respetables, hombres de pa-labra, no aficionados a beber mucho ni a negocios sucios, conservando la fe revela-da con una conciencia limpia. También éstos tienen que ser probados primero, y cuando se vea que son irreprensibles, que empiecen a su servicio. Las mujeres lo mismo, sean respetables, no chismosas, sensatas y de fiar en todo. Los diáconos sean fieles a su mujer y gobiernen bien sus casas y sus hijos, porque los que se hayan distinguido en el servicio progresarán y tendrán mucha libertad para exponer la fe cristiana. 




 Los responsables de la comunidad, obispos en la versión presente, deben presentar un buen ramillete de valores humanos y cristianos que apuntan no tanto al perfil del cargo episcopal, cuanto a cualidades de honda repercusión en el trato fraterno. La diaconía, cuya necesidad por la comunidad es más que esencial, no está exenta de dificultades; las exigencias del ministerio diaconal implicaban el constante ejercicio de la caridad, y esto les hacía depositarios de bienes y fondos para la atención a los necesitados de la comunidad. El desempeño adecuado de la diaconía en la comunidad, misión apostólica al fin y al cabo, conferirá a los diáconos una estima que les facilitará el servicio siempre mejorable de la Palabra. Porque la Palabra agradece que el evangelizador haga gala de cualidades que apuntan a la valentía, a la transparencia del mensaje y a la deseada congruencia entre lo vivido y lo proclamado.






Cuando Dios quiere elevar a un alma, ¡oh, qué dulce violencia le hace! Digo dulce, pero es tan fuerte que el alma no la puede resistir.

(San Pablo de la Cruz )

 


Salmo 100 

 Andaré con rectitud de corazón 

 Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto:
¿cuándo vendrás a mí?

Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles;
aborrezco al que obra el mal.

Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes,
no los soportaré.

Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.  

 

 




Juan 3, 13-17


 En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
-«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»











Celebramos hoy la fiesta de la exaltación de la cruz. Ciertamente, en la cruz, Jesús padece un fuerte sufrimiento. Pero la cruz de Cristo no es la exaltación del dolor, sino la exaltación del amor y de la vida. A Jesús, que era hombre de arriba a abajo, no le gustaba sufrir. Cuando injustamente las autoridades religiosas de entonces, en connivencia con la autoridad civil, le condenaron a morir en una cruz, de entrada, Jesús trató de no padecer ese dolor y en diálogo con su Padre Dios, angustiado y atemorizado, así se lo pidió: “Padre, si es posible, pase de mi este cáliz”. Y a él encomendó su suerte: “En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu”.
Nos tenemos que preguntar cuál fue la causa de la cruz, por qué Jesús murió crucificado en el Calvario. Jesús muere en la cruz porque las autoridades religiosas no estaban de acuerdo con lo que predicaba, presentando a un Dios Padre de toda la humanidad, no solo del pueblo judío, por predicar el amor a todos los hombres de cualquier razón y condición, incluidos los enemigos, por poner siempre el amor por encima de cualquier otra actitud y cualquier otro valor, pidiéndonos que jamás fuese derrotado por el odio, la vanidad, la raza, el dinero… Por predicar de esta manera, le mataron. Si se hubiese callado y silenciado su evangelio, no habría terminado en la cruz.
Nos debe, pues, quedar claro que la fiesta de la exaltación de la cruz es la fiesta de la exaltación del amor y de la vida, a través del sufrimiento del crucificado.
La cruz de Cristo es el triunfo del amor sobre el odio, la injusticia, el desamor… Jesús desde la cruz siguió predicando el amor, amando y perdonando incluso a los que le estaban crucificando. También es el triunfo de la vida sobre la muerte. Jesús, desde la cruz, venció a la muerte, resucitando al tercer día. A su viernes santo, a la cruz, le siguió el domingo de resurrección.
Los cristianos, viviendo en amistad con Cristo, queremos vivir este doble triunfo, queremos que el amor prevalezca en nuestra vida y que sea el motor de todos nuestros actos y luchamos para que ni una gota de desamor invada nuestro corazón, queremos vivir en nuestras personas el triunfo del amor. También, siguiendo los pasos de Cristo, sabemos que vamos a vencer a la muerte, que después de nuestros viernes de dolores, nos espera el domingo de resurrección. Entonces saborearemos y disfrutaremos del triunfo del amor en plenitud y de la vida en plenitud. Jesús es nuestro Maestro y modelo, y nos espera la misma suerte que a Él. Quien vive como Jesús, muere y resucita como Jesús. “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”.

Fray Manuel Santos Sánchez 







Permanezcamos en nuestra nada y no nos ensalcemos hasta que Dios quiera elevarnos.

(san Pablo de la cruz)

Salmo: 77 

No olvidéis las acciones del Señor 

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado.
Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo su redentor.
Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. 

 Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor.


 


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Lucas (6,27-38):




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»                         



Quizás para poder entender algo de esta propuesta lo primero que tenemos que hacer es contemplar la manera de ser y actuar de Dios: Él hace salir el sol “sobre buenos y malos, justos e injustos”; Él es el amigo de la vida y quiere que todos los hombres se salven”.
Toda la vida de Jesús, no es sino manifestación de este Dios que ama tanto a la creatura que lo único que desea es que se salve, que pueda encontrar el camino hacia la vida. Jesús denunció el mal en todas sus formas, pero se desvivió por intentar curar y sanar a aquellos que lo cometían. Víctima de la violencia, su corazón no se dejó vencer por el odio, sino que al contrario “soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores. El Señor cargó con nuestros crímenes.” Y es precisamente su testimonio el que nos permite creer que el amor vence al odio y sólo él puede desarmarnos y transformar las raíces del mal que existen en cada uno de nosotros y de nuestro mundo.
Amar a los enemigos no significa ser tolerantes y pasivos ante el mal; éste siempre hay que rechazarlo y luchar contra él. Tampoco se nos pide que simpaticemos con el que lo comete. Pero sí es una invitación a responder ante él de una manera distinta a la lógica del ojo por ojo y diente por diente: es posible recibir violencia y no responder violentamente, se puede ser víctima de una injusticia y no responder cometiendo otra.
Como Jesús, hoy otras personas son testigos de esta manera de vivir y de responder ante el mal. Una de ellas, fue Monseñor Romero; por eso, me gustaría finalizar con las palabras que él mismo dirigió, en el funeral del Padre Rutilio Grande y de dos campesinos, a los asesinos de estos:
“¿Quién sabe si las manos criminales que cayeron ya en la excomunión están escuchando en una radio allá en su escondrijo, en su conciencia, esta palabra? Queremos decirles, hermanos criminales, que los amamos y que le pedimos a Dios el arrepentimiento para sus corazones, porque la Iglesia no es capaz de odiar, no tiene enemigos. Solamente son enemigos, los que se le quieren declarar; pero ella los ama y muere como Cristo: "Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen.”




 
 La Pasión de Jesucristo es la puerta que da acceso a los alimentos deliciosos del alma.
 
 
 



Salmo 150
Todo ser que alienta alabe al Señor
 
Alabad al Señor en su templo,
Alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas.

Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
 
 
                

martes, 8 de septiembre de 2015

Colosenses 3, 1-11




Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.

Eso es lo que atrae el castigo de Dios sobre los desobedientes.

Entre ellos andabais también vosotros, cuando vivíais de esa manera; ahora, en cambio, deshaceos de todo eso: ira, coraje, maldad, calumnias y groserías, ¡fuera de vuestra boca!

No sigáis engañándoos unos a otros.

Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo.

En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.                        





"Despojaos del hombre viejo"

Pronto comienzan las manipulaciones humanas sobre el mensaje de Cristo. Algunos miembros de la comunidad han comenzado a exigir el seguimiento de las normas de la Ley judía, especialmente la sujeción a la circuncisión. Han surgido también dudas o interpretaciones de la divinidad de Cristo y una supuesta competencia con Tronos, Dominaciones, Potestades, Principados… Unas opiniones, dudas o interpretaciones que llenan también nuestro mundo actual.
Pablo, a pesar de no ser una Iglesia fundada por él, acude en auxilio de la verdad. Pretende convencer a los cristianos de Colosas de la absoluta divinidad de Cristo, en nada dependiente de ningún tipo de seres espirituales. Anima a la Iglesia para que sepa y pueda huir de los vicios antiguos y a practicar las nuevas virtudes.
Todos llevamos dentro de nosotros el espíritu del hombre viejo. No terminamos de creer que solamente la fe en Jesús es la fuente de la salvación y nos empeñamos en seguir practicando y exigiendo la participación en ritos propiciatorios ya obsoletos, con la convicción de su poder y bondad porque fueron decretados en tiempos anteriores. No todo lo antiguo es santo; necesitamos descubrir en el Evangelio de Cristo qué es bueno conservar y qué es necesario cambiar y lo cambiemos. Sólo si dejamos ganar la partida al hombre nuevo, podremos sentir que Cristo los es todo en nosotros y en todos.




 
«Como fruto de la Cruz, se derrama sobre la Humanidad el Espíritu Santo» "Es Cristo que pasa"
 
 
 
 
 
 
SEÑOR, ¿no es pedirme mucho al decirme que salte de gozo cuando me odien, me marginen, me insulten? No. Veo que esos malos tratos serían por causa del Hijo del hombre. Lamentablemente, ése no es mi caso. Ojalá fuera mi testimonio tan claro y en toda circunstancia, que me tomaran por un chi-flado por ti. Hazme dichoso en la pobreza, el llanto y la necesidad, la perse-cución... ¡Como tú!
 
 
 
 
 
 


domingo, 6 de septiembre de 2015

Lucas 6,6-11




Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenla parálisis en el brazo derecho.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico:

-«Levántate y ponte ahí en medio.»
Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo:
-«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre:
-«Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido.
Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.       




Una vez más el evangelio nos muestra la distinta visión que del sábado tenían Jesús y los letrados y los fariseos. Estos querían cumplir al pie de la letra lo establecido por la ley judía. Jesús, que no iba en contra de la ley, nos da una nueva visión de ella. Hay algo que está por encima de la ley: ayudar a cualquier ser humano. No pude haber ley humana ni pretendidamente divina que no deje amar, ayudar en caso de necesidad a una persona. “Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?”.
Con esta manera de pensar, Jesús muy gustoso, siguiendo la ley de su corazón, curó al hombre del brazo paralítico en sábado.




 
Casi todos vienen a mí para que les alivie la Cruz; son muy pocos los que se me acercan para que les enseñe a llevarla. San Pío de Pieltrecina




 

Salmo 61, 6-7. 9
 
De Dios viene mi salvación y mi gloria.
 
Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.
 
                

 
       

          

viernes, 4 de septiembre de 2015

Colosenses 1, 15-20




Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.





Las cartas de San Pablo nos han transmitido diversos himnos cristológicos tomados probablemente de la primitiva liturgia cristiana de las comunidades por él fundadas. Nos encontramos hoy con uno de ellos.
En este precioso himno, que encontramos en la liturgia de Vísperas de cada miércoles, Pablo nos presenta en dos cuadros, la primacía de Cristo: todo lo creado a nivel natural está referido a Él y todo lo re-creado a nivel sobrenatural tiene en Él su fundamento y origen.



 
 
Todo por Él y para Él: puede ser ésta una buena noticia para nosotros que, a veces, perdemos el sentido de las cosas en nuestra vida, o por lo menos, andamos algo despistados. Dios Padre ha querido poner la persona de su Hijo Jesús, hecho carne, imagen de Dios invisible, como cabeza de todo. ¿Nos dejamos guiar por esta verdad fundamental, o buscamos otras “primacías” en nuestra vida diferentes de la de Jesús? ¿En quién ponemos nuestra confianza? ¿Por qué o quién hacemos las cosas y cimentamos el sentido de nuestra vida?




 






miércoles, 2 de septiembre de 2015

Lucas 5, 1-11




En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó:
-«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
-«Apártate de mi, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
-«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.                        




El texto de hoy nos presenta una escena donde Jesús está y es un gentío quien le sigue para oír la palabra de Dios. Hay sed, un deseo de mayor Vida, están buscando sentido.
Y es en este contexto donde Jesús vio, pide colaboración a los que están y se puso a enseñar. Jesús quiere ir más lejos en el encuentro e ir más adentro para hacer una invitación. Vamos a ir entresacando algunos rasgos que estimo importantes:
Este encuentro ocurre en el lago de Genesaret, lugar conocido por los pescadores Simón, Santiago y Juan. Es un día donde la pesca no fue buena, podríamos decir un día “malo” donde no se espera nada, ni a nadie.
Se invita a vivir una experiencia profunda, boga mar adentro y echa las redes. No es en la superficie de la vida, de los acontecimientos donde nos encontramos con nosotros mismos, supone vivir lo cotidiano desde lo que somos en profundidad.
Esto nos exige traspasar las seguridades, lo planificado y acoger lo incontrolable de la vida. Como Simón Pedro echar las redes en pleno día, una hora inadecuada después de haberlo intentado, “sin conseguir nada”. Sin embargo hay un acto de confianza en la palabra escuchada “sólo porque tú lo dices echaré las redes” .


Surge lo inesperado y se cumple la palabra. La desmesura de la promesa y de la vida rompe nuestros esquemas mentales, nuestros cálculos. Y desde esa gratuidad sin límite, Simón percibe su pequeñez y su ingratitud. Y como respuesta escucha No temas, yo cuento contigo y estoy en ti.
Y desde lo que somos en autenticidad, Pedro recibe la invitación serás pescador de hombres. Todos estamos invitados a vivir lo que somos y acompañar a otros para que vivan lo que están llamados a ser, su vocación.
Lo dejaron todo y lo siguieron, se arriesgaron a seguir viviendo desde la palabra escuchada, eso que han experimentado lo acogen no como un acontecimiento esporádico sino como un estilo de vida.

Aventurémonos en remar mar adentro de nuestra vida. Señor, no te canses de echar tus redes en
nuestro corazón.



 
Cuando caminamos sin la Cruz, cuando construimos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz... no somos discípulos del Señor: somos mundanos
 
 






Colosenses 1,1-8



Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos que viven en Colosas, hermanos fieles en Cristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre. En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos. Os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez el Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad. Éste se sigue propagando y va dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros desde el día en que lo escuchasteis y comprendisteis de verdad la gracia de Dios. Fue Epafras quien os lo enseñó, nuestro querido compañero de servicio, fiel ministro de Cristo para con vosotros, el cual nos ha informado de vuestro amor en el Espíritu. 








Este fragmento se trata del comienzo de la carta del apóstol San Pablo a los Colosenses, en ella comienza presentándose él como Apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios y presenta a Timoteo como hermano y colaborador suyo. Pablo, a continuación, les desea la Paz de Dios y, seguidamente, da gracias al altísimo por la fe que han demostrado los habitantes de Colosas, desde que conocieron la doctrina de Jesús y que han recibido con agrado.
Reconoce Pablo, que desde que han recibido la Buena Noticia, la han asumido como el mensaje de la verdad y esto les anima a confiar en alcanzar la gracia que Dios les reserva en el cielo. Al mismo tiempo les agradece el cariño que han demostrado tener al resto de creyentes, aunque nunca habían tenido contacto con ellos, pero sólo el hecho de creer en Cristo es suficiente motivo para despertar su amor hacia todos.








Pablo les anuncia que, igual que la Buena Noticia ha tenido una gran acogida entre ellos, ésta sigue propagándose y dando frutos en todo el mundo, al comprender lo generoso que es Dios.
Eprafa, compañero auxiliar de Pablo, que fue el primero en anunciarles la verdad de la doctrina de Jesús, él mismo es el que ha informado a Pablo y a los suyos de la acogida y el profundo amor que ha despertado en los habitantes de Colosas.
En vista de estos resultados, Pablo, al igual que el salmo 51, piensa: «Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás».








Salmo 51,10.11

Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás 

 Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en la misericordia de Dios
por siempre jamás.
Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno.»