lunes, 30 de marzo de 2015

SALMO 50

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. 

Oh, Dios crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes dentro lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. 

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

 

 OH, DIOS CREA EN MI UN CORAZÓN PURO





  El Salmo 50 ha sido un cántico de Penitencia durante siglos para muchas generaciones de cristianos. Tal vez, el texto latino no comprendido en demasía hizo que este salmo tuviera “mala fama”. Pero es hermosísimo y demuestra el gran amor de Dios hacía su pueblo “al que devuelve la alegría de la salvación”.




Cuando llega la hora de la verdad,
y siento que no tengo tantas fuerzas
para defender tú Reino.
Porque me cuesta renunciar a mi “YO”
y decirte que soy todo tuyo, Señor.





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