Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza,
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido
YO TE AMO, SEÑOR; TÚ ERES MI FORTALEZA.
El salmo 17, estaba atribuido –como muchos otros—al Rey David y se consideraba como un “Tedeum” regio hecho por David al Señor para agradecer su victoria sobre todos sus enemigos y, especialmente, sobre Saúl. Para nosotros hoy es un canto al Dios fuerte y misericordioso que nos acompaña en todos los pasos de nuestra vida.
EL AMOR EN LOS “ÚLTIMOS COMBATES”
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