No fue la observancia de la Ley, sino la justificación
obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la
promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo
es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no
solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de
la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la
Escritura:
-- Te hago padre de muchos pueblos.
Al encontrarse con el Dios que da vida a
los muertos y llama a la existencia a lo que no existe, Abrahán creyó.
Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a
ser padre de muchas naciones, según lo que se había dicho:
-- Así será tu descendencia.
Por lo cual le valió la justificación.
La Carta de Pablo a los Romanos hace referencia a Abrahán como padre de
todos los creyentes, lo cual también es aplicable a Cristo que tomó el
linaje humano para salvarnos. Y hemos de decir además, que Abrahán,
apoyado en la esperanza creyó contra toda esperanza.
Te hago padre de muchos pueblos" (Rm 4, 17)
En esta ocasión fue Abrahán quien recibe esta promesa de una generación
numerosa, la mejor bendición que se podía recibir en aquellos tiempos.
El patriarca creyó en la palabra de Dios, a pesar de que Sara era
estéril y luego sólo tuvo un hijo...
. Ante una persona angustiada, marginada, o simplemente necesitada,
nuestra primera obligación es siempre atender y amar a esta persona; el
juicio legal, y hasta moral, sobre el comportamiento de esa persona es
algo muy posterior. Como hizo José, cuando comprobó que su santa esposa
podía ser castigada “legalmente”, como pecadora pública. Jesús de
Nazaret envió a sus apóstoles a servir y a curar, antes que a juzgar y
condenar.



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