Las palabras de Jesús saben a despedida. Jesús quiere que sus discípulos estén preparados ante cualquier circunstancia adversa. Porque lo que él quiere y busca es que tengan paz, que se guíen por el amor y que la buena convivencia sea la nota predominante de su seguimiento. Pero en la vida humana no se pueden obviar las dificultades; las tuvo Jesús, y las tendrán sus discípulos. Lo importante es que estamos avisados, los problemas sobrevendrán y, no obstante, estos no tendrán la última palabra.
Jesús habla, en concreto, de que los discípulos serán expulsados de la sinagoga; serán perseguidos y algunos morirán por ser discípulos y seguidores suyos. La historia nos dice que sucedió entonces; que hubo muchos mártires, y que no sólo no disminuyó la fe sino, como decía Tertuliano, “la sangre de los mártires era semilla de cristianos”.
Sucedió entonces, ha seguido sucediendo a lo largo de la historia, y hoy sigue siendo una realidad en Siria, en Irak y en otras partes del mundo.
Salmo 149
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
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