miércoles, 24 de mayo de 2017

Juan (16,12-15):





EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».





A lo largo de nuestro peregrinar, en la vida, estamos invitados a tomar decisiones. Y una de ellas es la decisión de vivir como personas de fe. El que vive de la fe sabe que está llamado a descubrir a Dios en todo lo creado.

Actualmente esta dimensión de lo divino se ha ido perdiendo, llevándonos a ser testigos del irrespeto por la vida y del abuso hacia toda la creación. Recordemos que el tiempo pascual nos hace testigos y defensores de la vida amenazada. San Pablo en su predicación a los habitantes de Atenas, citando un pensamiento griego les recuerda: “en él vivimos, y nos movemos y existimos”. Si esto es verdad, Dios sería para nosotros como el agua, líquido vital, sin el cual no subsistiríamos.

 hoy más que nunca se hace urgente que todos, no importando la religión que profesemos, recuperemos el valor “sagrado” de toda forma de vida. Parafraseando pudiéramos decir: “en este sagrado mundo vivimos, nos movemos y existimos”, pero dejaremos de hacerlo si no actuamos en su defensa. Lo sagrado, entendido como aquello donde Dios se manifiesta y donde Dios está, debiera despertarnos de la inhumanidad e indiferencia en la que hemos caído. Dios nos pide a gritos que lo descubramos en el hermano y en la creación que está siendo explotada por intereses egoístas. El Evangelio de Juan,, nos habla del “Espíritu” como fuente de sabiduría que nos guía a “la verdad”. Pidamos a Dios, ese Espíritu de Vida, que nos haga valientes defensores de la vida para que nunca nos resignemos y paremos nuestra auto-destrucció

Salmo148

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos

 



martes, 23 de mayo de 2017

Hechos de los apóstoles 16, 22-34





En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo. A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos: - «No te hagas nada, que estamos todos aquí.» El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó: - «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?» Le contestaron: - «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.» Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.





 San Pablo, en algún momento de su vida, dijo que había trabajado más que todos los apóstoles, pero “no yo, sino la gracia de Dios en mí”. Repasando la vida de San Pablo podemos corroborar que acertaba en su afirmación. Nos ha relatado, en sus cartas, los múltiples peligros que corrió, las muchas tribulaciones a las que se vio sometido por predicar a Jesús y su evangelio. Hoy le vemos molido a palos y llevado a la cárcel. ¿Cómo pudo soportar San Pablo esa vida tan agitada? … por “la gracia de Dios en mí”. Que se puede traducir por su unión con Jesús, del que nunca se separó, pues sabía que era la fuente de su energía. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos… sin mí no podéis hacer nada”.

 Hoy le vemos, en uno de esos momentos difíciles, donde, junto a Silas, es molido a palos y encarcelado, En la cárcel, “de repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas”. El carcelero se da cuenta de que Pablo y Silas son hombres especiales, son “hombres de Dios” y les pide que les muestren el camino de la salvación. Pablo a él y a toda su familia les explica el camino de Jesús, que aceptan con gusto “y se bautizó en seguida con todos los suyos”.





Salmo137

Daré gracias a tu nombre
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma

 

lunes, 22 de mayo de 2017

Juan 15,26-16,4a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.»

Las palabras de Jesús saben a despedida.  Jesús quiere que sus discípulos estén preparados ante cualquier circunstancia adversa. Porque lo que él quiere y busca es que tengan paz, que se guíen por el amor y que la buena convivencia sea la nota predominante de su seguimiento. Pero en la vida humana no se pueden obviar las dificultades; las tuvo Jesús, y las tendrán sus discípulos. Lo importante es que estamos avisados, los problemas sobrevendrán y, no obstante, estos no tendrán la última palabra.




Jesús habla, en concreto, de que los discípulos serán expulsados de la sinagoga; serán perseguidos y algunos morirán por ser discípulos y seguidores suyos. La historia nos dice que sucedió entonces; que hubo muchos mártires, y que no sólo no disminuyó la fe sino, como decía Tertuliano, “la sangre de los mártires era semilla de cristianos”.
Sucedió entonces, ha seguido sucediendo a lo largo de la historia, y hoy sigue siendo una realidad en Siria, en Irak y en otras partes del mundo.

Salmo 149

 
 
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
 
 
 

jueves, 18 de mayo de 2017

Hechos de los apóstoles (15,22-31):

EN aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabá, y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».
Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la carta. Al leerla, se alegraron mucho por aquellas palabras alentadoras.


Es posible vivir desde el perdón sincero dejando atrás rencores y odios. Jesús nos muestra el modo de amar en libertad y gratuitamente (sin esperar nada a cambio). Se es capaz de vivir con poco y lo que llega a inquietar el corazón, es verdaderamente poco. Nos hace capaces de transmitir una paz inconmensurable. En esto se basa, y no en otra cosa, “el camino de vida” que nos propone Jesús. Jesús mismo recuerda que hemos sido elegidos-llamados para pasar del estéril egoísmo a una vida basada en el amor. Esta fue la condición fundamental que pusieron los apóstoles, de la primitiva Iglesia, a los gentiles que se convertían al cristianismo.

Luego del discernimiento que junto a Pablo y Bernabé realizaron durante el I Concilio de Jerusalén: “vivir en el amor renunciando a la idolatría y al libertinaje”. Optar por ser cristiano era optar por “la vida”, y esta, humanizada.
El anuncio de salvación era realmente una buena noticia y no una pesada carga. No se trataba de poner condiciones a aquel que necesitaba de Dios; por el contrario, comprendiendo y acogiendo con misericordia, lograban que los más posibles se volcaran al amor. Somos una Iglesia elegida y destinada a dar un fruto y uno que permanezca en los corazones.





 Salmo 56


Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria


miércoles, 17 de mayo de 2017

Juan 15, 9-11

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.»

 La humanidad, cada ser humano, ha buscado siempre la seguridad de la propia salvación. Cada hombre, cada mujer, creemos necesitar leyes claras, lo más precisas posibles sobre qué debemos hacer, y/o qué debemos evitar. El mensaje de Jesús, la buena noticia de que el amor misericordioso del Padre y la fe en Jesucristo es suficiente garantía de salvación no nos basta y necesitamos establecer una casuística absurda e innecesaria sobre cómo vivir la fe.



 



 leemos encontramos una invitación importante: “permaneced en mi amor”. No nos indica ritos ni ceremonias complicadas y solemnes. Solo nos pide que permanezcamos en su amor. Que sigamos amando como nos ha enseñado a amar. Que seamos transmisores de su amor para que la cadena del amor del Padre llegue a todos los seres creados, sobre todo a los hombres.



 Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor,
toda la tierra; cantad al Señor,
bendecid su nombre.



martes, 16 de mayo de 2017

Hechos de los apóstoles (15,1-6):

EN aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo:
«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».
Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.

 En el anuncio del Reino de Dios, proclamado por Jesús, no prevalecía sino la conversión del corazón, posibilitando el amor a Dios y al prójimo. San Pablo llegó a tener la claridad que lo verdaderamente importante era “la circuncisión” del corazón (Rm 2, 29), entendido como un proceso de conversión interior, más allá de los signos externos. Algo necesario hoy en día para todos en la Iglesia (clero, vida consagrada y fieles), será caminar hacia una profunda conversión pastoral que nos humanice.

 Alcanzar la suficiente madurez humana y cristiana que nos comprometa con las causas justas; las que tienen que ver con la defensa de la vida y la integridad de la creación. Para San Pablo no fue fácil llegar a esta convicción ni tampoco lo es para nuestras comunidades cristianas. Se ha de pasar por un proceso de escucha atenta de la voz de Dios y un discernimiento comunitario profundo.

 Hermanos: Jesús, el Señor, nos ha dicho hoy: “Vivan y permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes”. Sí, permanezcamos en su amor y hagamos las tareas de cada día en unión con él y sostenidos por su fuerza, y llevémosle a nuestros hermanos por medio de nuestra mutua preocupación, cuidado y amor.

lunes, 15 de mayo de 2017

JUAN 14, 1-12






«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».

  En el evangelio de San Juan se nos dice más de una vez que a Dios no le ha visto nadie, excepto aquel que vive con el Padre, Cristo Jesús. El mismo Cristo nos dice hoy en el evangelio: si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Y lo que decimos del conocer, lo decimos también del ser: el que tiene el espíritu de Cristo tiene el espíritu de Dios.

  En la vida puede haber muchos caminos para llegar a un sitio determinado, pero el camino recto y más corto siempre es uno sólo. Pues bien, para nosotros, los cristianos, el camino recto y más corto para llegar a Dios es Cristo Jesús. Para esto no necesitamos saber mucha teología, ni ser personas muy cultas, nos basta con amar a Cristo con toda nuestra alma, vida y corazón.



La alegría debe seguir llenando nuestros corazones a pesar de las dificultades –muchas—de la vida. Sabemos que Jesús nos enseña como continuar adelante y eso es, sencillamente, muy hermoso y muy grande.