EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
A lo largo de nuestro peregrinar, en la vida, estamos invitados a tomar decisiones. Y una de ellas es la decisión de vivir como personas de fe. El que vive de la fe sabe que está llamado a descubrir a Dios en todo lo creado.
Actualmente esta dimensión de lo divino se ha ido perdiendo, llevándonos a ser testigos del irrespeto por la vida y del abuso hacia toda la creación. Recordemos que el tiempo pascual nos hace testigos y defensores de la vida amenazada. San Pablo en su predicación a los habitantes de Atenas, citando un pensamiento griego les recuerda: “en él vivimos, y nos movemos y existimos”. Si esto es verdad, Dios sería para nosotros como el agua, líquido vital, sin el cual no subsistiríamos.
hoy más que nunca se hace urgente que todos, no importando la religión
que profesemos, recuperemos el valor “sagrado” de toda forma de vida.
Parafraseando pudiéramos decir: “en este sagrado mundo vivimos, nos movemos y existimos”,
pero dejaremos de hacerlo si no actuamos en su defensa. Lo sagrado,
entendido como aquello donde Dios se manifiesta y donde Dios está,
debiera despertarnos de la inhumanidad e indiferencia en la que hemos
caído. Dios nos pide a gritos que lo descubramos en el hermano y en la
creación que está siendo explotada por intereses egoístas.
El Evangelio de Juan,, nos habla del “Espíritu” como fuente de sabiduría que nos
guía a “la verdad”. Pidamos a Dios, ese Espíritu de Vida, que nos haga
valientes defensores de la vida para que nunca nos resignemos y paremos
nuestra auto-destrucció