domingo, 9 de octubre de 2016

Lucas 11, 29-32 Despertemos…….






En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: -«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»


 En los cuatro evanglios encontramos referencias a personas que piden o buscan un signo. Jesús tuvo dificultades con los líderes religiosos de su tiempo. Estos no fueron capaces de de creer y reconocer quién era él, a pesar de los muchos signos y prodigios. No podían ver lo que tenían delante. Necesitaban despertar y ver lo que estaba en frente de sus ojos.

Jesús les recuerda dos personajes que la gente conocía por la historia, Jonás y la Reina del Sur. Jonás fue un profeta que se resistía a serlo, que trató de escapar de la comisión dada por Dios. Fue arrojado al mar en medio de una tormenta, tragado por un pez gigante y escupido por ese mismo pez, tras rogar a Dios, para ser puesto de nuevo en camino para profetizar al pueblo de Nínive el arrepentimiento y el cambio de conducta. Nínive era la capital de Asiria, sobre el río Tigris, en lo que es hoy Irak. Los ninivitas eran los enemigos tradicionaloes de Israel, por eso Jonás recibió de mala gana la tarea dificil de predicarles la palabra de Dios.

Jonás se levanta, se pone en camino y ve con sorpresa que los ninivitas responden al mensaje que lleva de parte de Dios. Los ninivitas se despiertan para cambiar de conducta y evitar la ira de Dios, desde la realeza hasta los subditos más sencillos se humillan con trajes de saco y cenizas. Dios se apaciga y muestra misericorda y perdon hacia ese pueblo.

La Reina del Sur se refiere a la Reina de Saba que en el Ier libro de los Reyes (Cap. 10) visita al rey Salomón. La Reina fue una gobernante árabe, jefe de estado, que viajó una gran distancia rodeada de un cierto número de personas para satisfacer su curiosidad sobre lo había oído sobre Salomón y para informarse mejor. Se despierta, se pone en camino y reconoce la sabiduria de Salomón, aunque fuera de una tierra extranjera y no de su nación.









  Me parece que la multitud reunida en torno a Jesús, que crecía continuamente, necesitaba despertar y abrir sus ojos. Jesús acababa de expulsar a un demonio que era mudo. Los escribas y fariseos se rehusaban a aceptar los exorcismos de Jesús como auténticos y pedían un signo. Un signo – ¿es cierto? Habían visto sanaciones, enseñanzas y exorcismos, pero ellos se niegan y resisten a ver lo que está frente a sus ojos, lo que está frente a ellos en su propio tiempo, en su generación.

La respuesta de Jesus es que no se dará otro signo y hace la alusión a Jonás y a la Reina del Sur, quienes vivieron en paises extranjeros. Jonás, un profeta de un lugar lejano, trae muestra a los gentiles la necesidad del arrepentimiento y la Reina de Saba, una gentil, atravieza el desierto y reconoce la sabiduria de Salomón. El mantra de Jesús es algo más grande está aquí. La multitud con Jesús en medio será juzgada por su incapacidad de despertarse y ver quien está en medio.

¿Qué decir de nuestra generación? Nosotros tampoco somos capaces de despertarnos para ver los signos de los tiempos, las necesidades de nuestro mundo y el llamado de la Iglesia. No somos capaces de responder a las exigencias del Evangelio, a la experiencia de Dios en medio de nosotros, de nuestros hermanos, hermans y de toda la creación. Despertemos, entonces, abramos nuestros ojos, nuestros corazones y mentes para ver a Jesús en todos los que están en nuestro mundo y respondamos con caridad porque ¡aquí hay alguien más grande que Jonás y que Salomón!



Bendito sea el nombre santo de Dios ahora y por siempre 
Desde la salida del sol hasta su ocaso alabado sea el nombre del Señor (Sal 113)
 
 




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