Dios nos ha dado un espíritu de fortaleza, caridad y templanza
Un bello texto de San Pablo en el que saluda a Timoteo y le da Gracias a Dios por su vida, por la fe que ha recibido de sus antepasados y que sigue viva en él, le aconseja que reavive el carisma por la imposición de las manos y reciba de Dios el espíritu de fortaleza, caridad y templanza.
En el mundo en el que vivimos, parece que todos somos capaces de solucionarlo o conseguirlo con nuestras propias fuerzas, pero no entendemos que hay situaciones que se escapan a nuestra fuerza, a nuestro entendimiento, a nuestro razonar. Ante estas situaciones nos derrumbamos y caemos en un sinsentido, porque no somos capaces de recibir ese espíritu del que habla Pablo y que da lo necesario para afrontar duras realidades que se nos presentan.
Queremos borrar el pasado, la historia, aquello que ha supuesto dolor para muchos y no entendemos que hacer desaparecer esas situaciones sólo provoca que vuelvan a vivirse, hay que aprender de los errores, somos conscientes de que no todo en la vida es acierto y felicidad, debemos entender que las equivocaciones, los sufrimientos pueden hacernos el bien de salir fortalecidos y saber afrontar los futuros problemas con más sabiduría.
Se nos da una fe que hemos recibido gratis, que nos las han transmitido los antepasados, sabemos que aquellos que descubren en esa fe el bastón para caminar, salen de muchas situaciones difíciles con más agilidad que los que no tienen donde apoyarse y caen sin tener algo que les levante.
Donde hay caridad y sabiduría, no hay temor ni ignorancia.
( San Francisco de Asís)
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»





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